"Hemos detectado una actitud mucho más optimista de los empresarios y los consumidores; el sentimiento es notable". Esta frase de la presidenta de la Reserva Federal (Fed), Janet Yellen, ha sido suficiente para argumentar la subida de tipos que realizó la entidad el miércoles. La economía estadounidense crece a un ritmo sólido, la inflación apunta al objetivo de estabilidad a largo plazo en el 2% y los salarios y el empleo avanzan a las mayores tasas desde la quiebra de Lehman Brothers.
Los datos son los datos y la Fed se ha declarado en numerosas ocasiones data dependent para establecer su política monetaria. La economía se está recuperando y, lo que es más importante, está mostrando una notable solidez desde la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos. Los diversos actores económicos perciben esta mejoría y son optimistas de cara al futuro, algo que ha podido constatar la Fed con los últimos indicadores publicados.
Ante esta situación los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) tomaron una decisión casi unánime: subir los tipos de interés en 25 puntos básicos (0,25 puntos porcentuales). Sólo Neel Kashkari, presidente de la Fed de Minneapolis, votó a favor de mantener sin cambios la política monetaria de la entidad. "El sencillo mensaje que queremos transmitir es que la economía lo está haciendo bien", explicó Yellen en su rueda de prensa posterior a la reunión, "confiamos en el crecimiento económico y el su resistencia a los shocks".
El sencillo mensaje que queremos transmitir es que la economía lo está haciendo bien
Lejos de afectar al sentimiento económico, la llegada de Trump a la Casa Blanca ha consolidado la confianza de los estadounidenses en la recuperación. Muchos directivos y consumidores están esperando una batería de estímulos fiscales impulsada por el presidente que acelere el crecimiento, lo que ha permitido apuntalar este optimismo. También la Fed ha llegado a esta conclusión sin tener en cuenta en sus modelos un gran estímulo fiscal, lo que sugiere que el optimismo económico va camino convertirse en una profecía autocumplida. En otras palabras, el mero hecho de esperar una fuerte inversión pública fomentará una inversión privada que generará el efecto positivo sobre el crecimiento por sí misma.
Yellen explicó que la entidad no contempla un gran estímulo presupuestario del presidente y, a pesar de eso, anticipa un crecimiento del PIB del 2,1% para este año y para el próximo. Esto es, sin ese programa de estímulos, la economía avanzará a un ritmo superior a su nivel potencial, que la Fed establece en el 1,8%.
Los salarios, la clave
El buen ritmo del mercado laboral ha sido clave en la decisión de la Fed. Los datos de febrero, el primer mes completo con Trump como presidente, fueron más que positivos, lo que refrenda el buen ritmo de la recuperación. En ese mes se crearon 235.000 empleos del sector no agrícola, la tasa de paro cayó hasta el 4,7% y, lo que es más importante, los salarios crecen a un ritmo del 2,8% interanual, la tasa más elevada desde 2009 tras la quiebra de Lehman Brothers.
Muchos estadounidenses se están apuntando al mercado laboral atraídos por las buenas condiciones que están ofreciendo las empresas lo que ha permitido romper la tendencia decreciente de la población activa. Este concepto engloba a todas las personas en edad de trabajar que tienen un empleo o que lo están buscando.
En 2015 esta tasa llegó a caer hasta el 62,4%, el dato más bajo en más de cuatro décadas, pero en febrero repuntó hasta el 63%. Para Yellen, la recuperación de la tasa de actividad indica que la economía estadounidense tiene "mayor espacio para crecer del que muchos creen".
Subidas paulatinas
Esta recuperación de la economía y de la inflación permitirá a la Fed seguir subiendo los tipos de interés a un ritmo paulatino durante los próximos tres años. Sus previsiones pasan por ralizar dos subidas más este año; tres en 2018, hasta una horquilla que va del 2% al 2,25% y otras tres en 2019, hasta llevar el precio del dinero entre el 2,75% y 3%, lo que ya sería equivalente al nivel de equilibrio de largo plazo.
Yellen cree que la economía de EEUU necesita un ritmo muy paulatino en las subidas de los tipos de interés para no entorpecer el crecimiento y el empleo. En su opinión "no es necesario subir mucho los tipos de interés para mantener una política monetaria neutral". En otras palabras, una normalización lenta del precio del dinero es suficiente para conseguir una política monetaria neutral, esto es, que no interrumpa la recuperación económica y tampoco fomente desequilibrios en el crecimiento.
La presidenta de la entidad ha defendido que hay "muchas evidencias" de que el tipo de interés natural está por debajo del nivel en el que estaba antes de la crisis económica. Esto significa que una política monetaria que hace una década sería expansiva, actualmente es neutral. Por ejemplo, la aversión al riesgo ha aumentado, por lo que hay mayor propensión al ahorro en instrumentos seguros y, por tanto, los tipos de interés del mercado para los activos sin riesgo se han reducido.