Resulta chocante que avancemos tan poco. Que sigamos con los mismos litigios por los siglos de los siglos con ligeros periodos de calma seguidos de otros de abierto choque de culturas. La conmemoración de los 60 años de la Unión Europea estuvo prologada por las palabras de Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo en relación a que los países del sur de Europa gastaban las ayudas en alcohol y mujeres.
Un choque que dura ya centurias entre la Europa protestante frente a la católica que tiene en los países PIGS uno de sus mayores aciertos del márketing más reciente. En traducción libre, los cerdos del sur frente a los laboriosos y cumplidores protestantes del norte.
En estos días la filóloga y profesora María Elvira Roca Barea presenta su libro Imperiofobia y leyenda negra (Siruela) en el que retrata con acierto cómo desde el norte de Europa se fue creando una imagen negativa de España que ha perdurado hasta nuestros días y que, paradójicamente, los españoles hemos aceptado como buena. Pero este trabajo, hecho por una investigadora del CSIC y profesora de Harvard, desmonta esa mala fama, sobre todo comparada con la brutalidad demostrada por nuestros vecinos del norte.
En su obra recuerda los horrores del Congo infligidos por los belgas, así como la afición a la pira del prohombre Calvino que en poco más de 20 años echó al fuego a más de 500 personas. Y destaca los 300 años de paz que vivió la América española en un territorio de 20 millones de kilómetros cuadrados que contrasta con la violencia de otros imperios como el de Napoleón.
Una leyenda negra sobre Europa que esta autora califica de puro racismo del norte hacia el sur y que se evidencia recientemente en la confianza de Alemania, país que históricamente no ha atendido sus deudas exteriores. Por supuesto, la falta de conocimiento de la historia y una cierta progresía mal entendida han conseguido que estos mensajes los tengamos incorporados en nuestro ADN.
El brexit y la dureza con la que se promete aplicar, según se está viendo en estos primeros episodios de la marcha del Reino Unido de la Unión Europea, es otro eslabón en este cadena de buenos y malas inventada por unos y asumida por otros.
Acaso sea menos necesario ejemplificar nuestro choque de cientos de años con el mundo musulmán. Prácticamente, tanto ellos como nosotros nos hemos conformado como oposición del contrario. Tantas batallas, tantos muertos, tantas epopeyas, tantos recursos destinados para evitar la invasión de su religión y de ésta hecha ley, y también para imponer la nuestra.
La pasada semana en el londinense puente de Westminster murieron cuatro personas por esa dialéctica entre cristianismo e islamismo. Así, al menos se justifica en la existencia de dos modelos de vida antagónicos y en continua lucha. Una dialéctica que pervive por los siglos de los siglos y me temo que lamentablemente continuará hasta el año 3000. Paciencia.