Tal vez de forma coyuntural se han cambiado las tornas. Mientras los Estados Unidos de Trump ¿cuna del capitalismo- invocan a mirarse el ombligo y pedir ¿con razón o sin ella- un proteccionismo al menos en la producción, la comunista China defiende las fronteras libres en las que colocar sus productos y también sus ingentes ahorros.
Uno de los temores que despertó Trump era restar cuota internacional a sus multinacionales, con la consiguiente caída de su protagonismo en el exterior. Un terreno cedido que pueden aprovechar otros países y en especial China, bandera hoy por hoy de la libertad de movimiento de mercancías. Y este nuevo papel de China, facilitado o no por la actual Estados Unidos, exige también de un desembarco cultural para sus clientes de los países económicamente conquistados.
En eso sabemos que Estados Unidos ha hecho un trabajo magistral, difícil de mejorar, casi perfecto. Desde el jinete de Marlboro a sus hamburguesas, las gafas de sus aviadores, los mecheros de gasolina, sus refrescos o sus todoterrenos¿ todo envuelto entre historias de amor y guerras con el liderazgo mundial del celuloide.
El gigante chino también se verá obligado a inundarnos de mensajes positivos sobre cómo son y lo que hacen. Hasta ahora se habían limitado a llenarnos la tiendas de cachivaches de escasa calidad, tiendas llevadas por lo general por unos compatriotas no demasiado simpáticos ni abiertos. Pero ese primer encuentro se empieza a completar con inversiones estratégicas, muy importantes que precisan de otra forma de llegar a sus clientes internacionales.
Me cuentan que en la mesa se mueven cifras astronómicas para este asalto cultural. Ya tienen una televisión en español de cierta calidad que sin hacer mucho ruido nos muestra las costumbres y paisajes de su país. Les pongo como ejemplo, el viaje que realizaron al gigante asiático un grupo de periodistas españoles después de la reciente adquisición a ACS (Florentino Pérez) del grupo Urbaser.
Esta misma semana hemos leído la intención de un grupo chino de adquirir una televisión en Estados Unidos, algo que no permitió, de momento, el propio Gobierno de Xi Jinping. Pero hace justo siete días, el magnate Berlusconi vendía su querido Milán a un grupo de inversores chinos. Tal vez, la mejor manera de colarse en la Vieja Europa y de paso también en gran parte de la américa hispana. Ahí esta Wanda con el Atlético de Madrid, un inversor ya famoso después de su tormentosa relación con el edificio de Plaza de España.
Prepárense para el desembarco cultural chino. Desconozco cómo será y qué mensajes nos traerá el nuevo líder económico. De Estados Unidos llevamos setenta años de colonización económica y cultural y, pese a quien pese, se ha producido con mucho talento y persuasión. Tenía yo un compañero en El País que decía no gastar nada en productos estadounidenses por su rechazo al Imperio. Pero, eso sí, no podía renuncia a sus Levis Strauss¿ en esas hechuras se le acababan los principios.
Lamentablemente a Europa le falta unidad y ganas (tal vez, también población) para liderar una colonización económica y cultura. Después de América, ahora el gigante viene de Asia y es toda una incógnita. zài jiàn!, o sea, ¿¿.