Por eso, a la hora de adquirir una vivienda solo hay una pregunta realmente importante: ¿es un buen momento para mí?
Porque no son lo mismo los planes, con sus avances y retrocesos, del grupo Wanda para el Edificio España de Madrid que los de la pareja de treintañeros que se compra su primera vivienda con idea de formar una familia.
El primero tiene unos intereses de rentabilidad económica y los segundos piensan en disfrutar de su primer hogar compartido. Son dos universos distintos y, sin embargo, pretendemos que una sola respuesta sobre si es buen o mal momento para la compra valga para ambos.
Esa respuesta es la que considera los factores externos: la tendencia al alza en los precios durante 2016 (más intensa cuanto más cerca del centro de las grandes ciudades); créditos más baratos, tanto por el euríbor como por los menores márgenes bancarios; y más construcción de vivienda nueva durante este año.
Pero muchas veces los análisis se olvidan de las circunstancias personales, mucho más importantes que las externas, porque son los que de verdad tienen que considerarse antes de lanzarse a una operación que hipotecará ¿sin sentido figurado- la vida del comprador.
Renta disponibleEs necesario echar cuentas de lo que se ingresa y lo que se destinará mes a mes a la compra de vivienda. Se suele considerar que destinar más de un tercio del sueldo al pago de una vivienda es una operación arriesgada. Así, una hipoteca de 500 euros sólo sería razonable si los ingresos alcanzan los 1.500 euros.
Y no solo en el presente, sino también a futuro: hay que considerar la estabilidad laboral (el riesgo de perder esos ingresos) y la evolución a largo plazo de los tipos de interés que ahora se encuentran en mínimos (con el euríbor incluso en negativo), ya que es previsible que durante la vigencia de la hipoteca vuelvan a subir (un escenario de entre el 2% y el 4% es perfectamente factible dentro de unos años).
Si surge una oportunidad laboral en otra ciudad, o incluso en otro país, ¿qué haces con el piso y su hipoteca? Cambiar de ciudad supone también cambiar de vivienda: vender la de una ciudad para comprar en otra puede ser una solución, pero igual la operación no se cierra con la agilidad que uno quisiera; poner en alquiler la casa que se tiene en propiedad y, a su vez, convertirse en inquilino en el nuevo destino es otra alternativa. La posibilidad de que surja ese cambio de residencia y qué hacer si eso pasase es un factor a tener en cuenta.
Otro ejemplo: si tienes planes de tener hijos a medio plazo, ¿es la vivienda que estás pensando comprar la adecuada para tener familia? Es cierto que es imposible tenerlo todo previsto con antelación, pero, en la medida de la posible, conviene considerar los posibles escenarios futuros.
Como muestra el ejemplo de la pareja de treintañeros y de la mediática operación de Wanda en Madrid, el destino de una compra es esencial a la hora de decidirse por cerrar o no la operación. Aunque cada vez se apuesta más por el alquiler, en España sigue imperando la adquisición, mediante hipoteca, de la primera vivienda.
Si se trata de tener un hogar en el que residir, hay que considerar las ventajas e inconvenientes de ambas opciones. Si se trata de una verdadera inversión, con renta sobrante disponible, el escenario es bien distinto: convertirse en casero es una de las opciones más rentables.
En función de qué se pretenda obtener con la compra habrán de escogerse unos u otros lugares: una casa en el pueblo, más cerca del trabajo para ahorrar tiempo y dinero en transportes, ese barrio bohemio y lleno de vida que enamora por su oferta cultural, un piso céntrico con más opciones de revalorización, etcétera. Hay tantas alternativas como circunstancias personales.
Largo plazoLa compra de vivienda es una operación a muy largo plazo. Es difícil tener en mente que será de uno dentro de 30 años, pero nos lanzamos a firmar hipotecas con esos plazos. Así que, como se decía en relación a la evolución del euríbor o con el hipotético cambio de residencia por una oportunidad laboral, hay que tener en cuenta que una compra de estas características tiene consecuencias en un futuro lejano.
En caso de duda sobre estas cuestiones, los profesionales de Bankia pueden darte algunas respuestas y asesorarte. Pero en cualquier caso, la decisión final es tuya: solo tú conoces tu situación económica, laboral y personal. Y cómo puede cambiar en el futuro.
Información facilitada por Bankia