El pánico inversor sigue gobernando la negociación bursátil y hace especialmente mella en Liberbank, donde el volumen de negocio supera los 19 millones de títulos frente a una media anual que al cierre de sesión apenas alcanza el millón. El mercado apunta a la entidad heredera de Cajastur como el posible nuevo eslabón del proceso de reestructuración bancaria ensayado por primera vez en Popular, que endosa la factura de la quiebra a accionistas y ciertos bonistas.

 

De poco ha servido para frenar la estampida inversora el hecho de que este mismo jueves se hayan ratificado las cifras de impacto para el ejercicio 2016 de la integración de CCM, entidad que le fue adjudicada por el Banco de España en el año 2009. Este proceso fue el primero que se logró mediante un esquema de protección de activos (EPA) con cargo a las arcas públicas, sistema que después se reprodujo en otras muchas adjudicaciones en subasta.

 

Esta red aseguraba la protección de Liberbank frente a un máximo de 2.475 millones de euros. Esta partida se consumió por entero, de los cuales 598 millones el año pasado, y además se reconocieron en balance otros 175 millones de impacto adicional. Una cifra que, según la comunicación remitida por el banco a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), ha sido refrendada por los informes de valoración independiente de Analistas Financieros Internacionales (AFI) y las consultoras PwC y Ernst & Young (EY).

 

Además, en medio de la presión vendedora, los Masaveu han aprovechado para engordar cartera a precio de ganga. Así, la posición abierta de la familia de empresarios asturianos es ya titular de un 5,6% del capital del banco. En cifras redondas, la saga ha incrementado su peso en el heredero de Cajastur en 250.000 títulos. Igualmente, el consejero delegado Manuel Menéndez ha comunicado al supervisor la compra de 80.000 acciones a las que pronto podrían sumarse otras 129.000, sobre las que tiene derechos de adquisición a futuro, de manera que su peso relativo se incrementa hasta el 0,048%.

 

LA DEUDA SUBORDINADA, EN EL ORIGEN DEL DESPLOME

 

Los analistas consultados por Invertia consideran que las principales semejanzas entre Liberbank y Popular, entidad en la que se ha ensayado por primera vez en Europa el rescate con cargo a los accionistas y tenedores de ciertas emisiones de deuda, son la elevada morosidad y la baja cobertura en relación a fondos propios. Tal y como ayer adelantó este portal, ante la calma generalizada de los mercados, las emisiones de deuda subordinada de Liberbank llegaron a digerir caídas superiores al 5%.

 

Desde Fidentiis destacan que el mercado ve ¿con buenos ojos¿ la operación al eliminar ¿la incertidumbre de los últimos meses¿ en torno al Popular. Sin embargo, adelantaban la posibilidad de que a corto plazo se produjese ¿un rebalanceo de precios en función de la calidad del emisor¿ en los títulos de deuda susceptibles de asumir el coste del rescate en virtud de la normativa europea vigente. Así, la gestora explica que ¿los emisores con un perfil crediticio más débil posiblemente tengan que pagar mayores rentabilidades¿ en estos papeles.

 

Esta opinión es compartida por Fabio Riccelli, gestor de Fidelity, que señala que si bien ¿la rápida acción del BCE ha reducido mucho el riesgo de que el temor se extienda a otros bancos¿, esta misma agilidad también ¿puede generar preocupación por los actores más débiles de la periferia europea¿. En este sentido, el experto subraya que hasta la fecha ¿muchos se han tomado su tiempo en reconocer pérdidas y reconstruir capital¿ mientras que el Banco Central Europeo (BCE) se ha mostrado ¿de forma más agresiva durante el último año¿ en este sentido.

 

Desde Credit Suisse, según ha señalado en un informe reciente, se anticipa que serán las entidades españolas e italianas de peor calificación crediticia las que más dificultades tendrán en lo sucesivo para colocar títulos de estas características. A saber, emisiones de deuda subordinada y bonos contingentes convertibles, más conocidos por las siglas CoCos. Algo que contrasta con el hecho de que la última y reciente emisión de CaixaBank cosechase una demanda por tres veces el importe que finalmente adjudicó.