Juan Haldudo recibe casi a diario mensajes sobre la conveniencia de invertir en Bolsa, máxime en estos últimos años de tipos de interés cero. Los asesores le recomiendan que si quiere una jubilación más desahogada debe colocar su dinero en acciones ya que es la mejor forma de rentabilizar el dinero y, sobre todo, de defender el poder adquisitivo del mismo.
Pero nuestro Haldudo, representante del español medio y como tal conservador y poco amigo de los riesgos ¿con sus ventajas e inconvenientes- se mantiene casi como un don Tancredo a los cantos de Sirena que le prometen más rentabilidad para su ahorro.
Con los datos elaborados por la Bolsa de Madrid, las familias españolas con Haldudo al frente mantienen un idéntico porcentaje del valor del mercado en 25 años. En 1992 eran los dueños del 24,4% del mercado español y casi 25 años después mantienen ese porcentaje.
Se podría hablan de un cierto incremento si se tiene en cuenta la inversión indirecta a través de fondos de inversión que en esos 25 años ha pasado de ser la propietaria del 5% de la Bolsa española a ostentar el 7,9%. Pero aquí no se hila tan fino, ya que también se contempla el dinero de las compañías de seguros y otras sin especificar.
Estos 25 años han dado para mucho con años buenos y malos. Se asistió en 1998 a la crisis financiera internacional, luego en el 200 llegó las de la puntocom que se prolongó durante casi tres años y para más remate llegó la recesión provocada desde 2007 por las hipotecas subprime. Eso sí pese a que esta última crisis, comparada con la del crash de 1929 se está prolongando ¿depende del que opine- durante una década ha habido de todos: años de grandes ganancias y también de fuertes pérdidas.
CAPITALISMO POPULAR
A finales de la década de los ochenta se acuñó el término de capitalismo popular con una Bolsa que vivió años eufóricos tras la entrada de España en la Unión Europea y con el saneamiento de las empresas que pasaron por años muy difíciles. Practicamente y salvo excepciones, a principios de los ochenta, la mitad de las cotizadas en Bolsa se encontraban medio quebradas.
Pero con el empuje de mediados de los ochenta, el inversor de la calle, o sea, nuestro Juan Haldudo empezó a fijarse en la renta variable. Eran tiempos de las inversiones del famoso grupo kuwaití KIO y de grandes pelotazos con subidas meteóricas de las acciones. Tras años de dar la espalda a la Bolsa tras las experiencias setentas de las matildes y el boom de las eléctricas, en la calle se volvía a hablar de Bolsa.
Todo aquella euforia atrajo a nuestro Juan Haldudo que se hizo la propiedad de una cuarta parte de la Bolsa. Pero no han vuelto las alegrías y pese a que otros actores se han ido retirando de la renta variable, él ha decidido no participar más en el mercado de acciones.
Hay razones de toda índole. Tal vez el gusto de Haldudo por la aparente tranquilidad del inmobiliario o por la que ofrecen (cada vez más cuestionada) los depósitos bancarios explique que no haya aumentado su presencia en el mercado de acciones.
Otras visiones más críticas hablan del maltrato que recibe el inversor minorista en el mercado de acciones donde acaba siendo una mera comparsa de los grandes inversores con operaciones a su medida y en las que no se tiene en cuenta al pequeño accionista.
Sobre esto hay mucho escrito. Desde aquellas OPAs por las eléctricas que lanzaban grupos constructores a la medida de sus intereses y donde sólo los bancos vendedores recibían las primas. También la falta de una información igualitaria para todos que provoca situaciones de desamparo o, más recientemente, la intervención europea del Banco Popular. Una entidad con 300.000 inversores minoristas que han visto cómo de la noche a la mañana su inversión se ha esfumado y que pasados ya tres meses siguen sin saber muy bien lo ocurrido.
También los costes de la inversión bursátil suele ser un elemento muy a tener en cuenta. Los pagos por compra y venta tienen el añadido de la custodia de los valores. Grosso modo y para un inversor particular que no tenga un trato exclusivo, el coste supera el 2% en toda la operativa.
SE FUERON LOS BANCOS Y EL ESTADO
Durante estos 25 años de inversión bursátil de Juan Haldudo, hubo algunos momentos en que llegó a ser más dueño de la Bolsa y otros en los que replegó velas para finalmente volver a ese mismo punto del 24% de propiedad.
El momento de mayor presencia, cuando Haldudo se mostró más confiado coincidió con un momento de inicio de crisis financiera en 1998. Ese ejercicio las familias llegaron a ser propietarias del 35% de la Bolsa. Desde ese ejercicio fueron poco a poco perdiendo peso como inversores hasta llegar al mínimo del 20,1% en 2007, según los datos del estudio de la Bolsa de Madrid. Años buenos y malos, la crisis de la puntocom por medio, pero desde esa caída tan brusca solo se han llegado a recuperar cuatro puntos hasta los 24,4 actuales.
Y eso que los bancos y el Estado han dejado un hueco muy importante que los Juan Haldudos de España no han conseguido cubrir. El más importante, aunque de tamaño similar ha sido el de las Administraciones Públicas que en 1992 eran las dueñas del 16,6% del mercado de acciones y que cerca de este 2017 solo poseen el 2,9%.
A diferencia de la complejidad de las motivaciones de Haldudo para no haber incrementado su presencia en acciones, en este caso todo es mucho más fácil. Privatizaciones y más privatizaciones acometidas por los Gobiernos del PP y el PSOE en estos años han sacado al Estado del mercado de acciones: Telefónica, Repsol, Endesa, Iberia, Argentaria¿
También se encuentra más mano el argumento de la otra gran pérdida de inversor bursátil: los bancos. Las entidades financieras (por aquellos tiempos bancos y cajas de ahorros) poseían el 15,6% del mercado. Grandes grupos industriales creados durante décadas y que daban alegrías en forma de atípicos y disgustos a las entidades financieras se fueron deshaciendo al calor de la crisis y también de las exigencias regulatorias que obligaban a una sobrecobertura del riesgo empresarial.
Curiosamente, en esta etapa de interés de tipos históricamente bajos se echan en falta estos ingresos ajenos al negocio bancario cuando ahora es muy difícil conseguirlos cogiendo y prestando dinero o actuando en los mercados de capitales. Ahora mismo, los bancos ya sin la compañía de las cajas de ahorros son los dueños de solo el 3,5% del mercado de acciones español.
Con las familias estables y Haldudo inflexible en aumentar su presencia en Bolsa, han sido los inversores extranjeros y las empresas no financieras las encargadas de suplir la marcha del Estado y las entidades financieras durante este periodo.
Habrá quien vea como nuestro personaje que no está dispuesto a más riesgo bursátil y que haber mantenido su posición durante 25 años es ya una muestra de su confianza en la Bolsa.
Sin embargo, las continuas llamadas a la inversión, los reclamos de la Bolsa como principal activo para la jubilación son desoídas y frente a los Haldudos de otros países occidentales, aquí seguimos erre que erre sin meter ni una peseta, ni un euro más en Bolsa.