Hace unos días publicábamos en estas páginas de INVERTIA que a lo largo del año habían entrado 1,5 millones de ahorradores en los fondos de inversión. También, las familias han empezado por vez primera a meter más dinero (entiéndase nuevo) en fondos de inversión que en depósitos bancarios.
Un movimiento que ha costado mucho y que habla del hartazgo de la política de tipos de interés de tipos cero que tiene su reflejo en todos los productos del pasivo bancario, así como en los fondos de dinero, también en los de renta fija, que ahora empiezan a estar en negativo, y en cualquier otro producto referenciado a los tipos de interés como pueden ser los seguros. Ni qué decir de las letras del Tesoro, afincadas en los tipos negativos y a las que el ahorrador de a pie ni puede ni debe acudir.
Los datos demuestran este panorama de cansancio y cambio de estrategia hacia un mayor riesgo que se materializa en fondos de inversión y también en inversión directa en Bolsa, aunque sobre este extremo aún no tenemos estadística fiable. Tampoco tenemos contabilidad clara sobre el interés por la vivienda, pero la rápida recuperación de precios sobre todo en zonas de calidad evidencia que hay un dinero interesado en buscar aquí la rentabilidad que se le niega en las inversiones sin riesgo. Y es que ya el 64% de la inversión financiera no logra mantener su poder adquisitivoDraghi y los endeudados, culpables.
En el caso de los fondos, obviamente, no tiene ningún sentido comprar los llamados FIAMM o fondos de dinero porque rentan aún menos que los depósitos, ya que a los tipos bajos hay que restar las comisiones de los gestores y depositarios de estos fondos.
Tampoco, -aviso a los menos informados-, tendría sentido meterse en fondos de renta fija que este año están en pérdidas como consecuencia de los movimientos en el mercado que apunta a tipos más altos y caída del precio de los bonos. Por tanto, salvo excepciones basadas en emisiones de alta rentabilidad o apostando a una divisa concreta, no tienen sentido.
Así, el ahorrador financiero español no tiene otra que la Bolsa. Pero ¿es el momento adecuado? ¿Va a invertir directamente o a través de un fondo de inversión? ¿Qué criterios ha elegido para invertir en ese fondo y no en otro? ¿Sabe quién gestiona su fondo y su historial de rentabilidad? ¿Está en una gestora independiente o dependiente de un banco? ¿Cuánto tiempo quiere tener ese dinero en el fondo o en la Bolsa?
Son preguntas sencillas que es necesario hacerse para que el viaje desde la inversión segura y estéril de los depósitos bancarios no se convierte en una pesadilla de pérdidas. Obviamente, también puede ser un festín de ganancias, aunque esto es menos frecuente.
Para este inversor que no ha querido nunca el riesgo, puede que le encaje más un fondo o valor de Bolsa con alta rentabilidad por dividendo que le aseguren un cuponcito fijo al año, con independencia de lo que ocurra con el valor del título. Eso incluye empresas grandes o pequeñas. Informarse de qué tipo de valores predomina en ese fondo¿ si tiene un sesgo más conservador o más arriesgado.
También es clave saber quién gestiona ese fondo: su experiencia, resultados anteriores para no echarse en brazos del primer comercial que llegue contando una historia bonita. O quién sabe si prefiere escoger un fondo que replique un índice concreto y donde el valor del gestor sea nulo. Y después de conocer todo y estar convencido¿ lanzarse sin miedos.
Cientos de comerciales financieros están al acecho para colocarle su producto. Pero aquí no puede ser pasivo. Tome riesgos pero sabiendo lo que hace y con quién lo hace. Y, sobre todo, huya de quién le prometa progesiones geométricas para su dinero. Y, por último, aproveche todas las ventajas fiscales que tienen los fondos frente a los depósitos bancarios.