Aún así varios analistas consultados por Efe dudaban hoy sobre si el presidente del BCE, Mario Draghi, ofrecerá las primeras señales de ese cambio de orientación de la política monetaria en la rueda de prensa de mañana o esperará a la próxima reunión del Consejo el 26 de octubre.
En la última rueda de prensa de julio, Draghi anunció que sería en otoño cuando la entidad comenzaría a discutir la retirada de las medidas de estímulo.
Con todo, el presidente reiteró entonces su llamada a ser "persistentes pacientes y prudentes" y a la necesidad de "tener toda la información disponible", ya que "un endurecimiento no deseado puede dar al traste con la convergencia de la inflación".
En lo que no se espera un cambio por el momento es en la política monetaria ultraexpansiva de mínimos tipos de interés llevada a cabo por el BCE en los últimos años.
Desde marzo de 2016 el tipo de interés de referencia se mantiene en el mínimo histórico del 0,0 por ciento, la facilidad de depósito se encuentra en el 0,4 por ciento y la de crédito en el 0,25 por ciento.
Varios bancos alemanes han insistido en los últimos días en pedir a la autoridad monetaria europea que acometa un cambio en la orientación de su política monetaria.
El director ejecutivo del Deutsche Bank, John Cryan, recalcó hoy que "debe terminar la época del dinero barato pese a la fortaleza del euro" y advirtió que observan "burbujas en algunas partes del mercado de capital".
El presidente del Commerzbank, Martin Zielke, reclamó hoy un "inmediato" cambio de rumbo y consideró que los "efectos secundarios" de la política monetaria del BCE "son cada vez mayores".
"Es el momento adecuado para retirar los medicamentos" que el BCE ha venido aplicando a la eurozona los últimos años, recalcó Zielke.
En el banco emisor europeo parece haber consenso sobre la necesidad de un cambio progresivo de rumbo siempre que la inflación en la eurozona evolucione hacia el objetivo fijado, es decir, que se mantenga por debajo del 2 por ciento, pero muy próxima a esa cifra.
La inflación alcanzó el pasado agosto su nivel más alto en cuatro meses, un 1,5 por ciento frente al 1,3 de julio, lo que ha elevado las expectativas de que el BCE comience a cambiar el rumbo de su política monetaria.
La consejera e integrante del Comité Ejecutivo del banco Sabine Lautenschläger declaró recientemente que las condiciones están dadas para que la inflación se estabilice en torno al objetivo del 2 por ciento y consideró que "la política monetaria debe prepararse para entrar en el camino de la normalidad".
La fortaleza del euro, cuyo cambió alcanzó la semana pasada los 1,20 dólares por primera vez en dos años y medio, es otro factor que estará presente en el debate de la reunión mañana del Consejo de Gobierno.
A los directivos del BCE les preocupa que un euro fuerte pueda tirar de nuevo a la baja de la inflación debido a su efecto negativo sobre las exportaciones de la eurozona.
Sin embargo, la aceleración del crecimiento del área y el repunte de los precios son factores que pueden llevar al banco a ofrecer mañana algún indicio de la retirada o al menos la reducción del programa de compra de activos a partir de 2018.