Casi todas las entidades financieras españolas ¿incluido el propio Banco Santander- han emitido este año deuda perpetua, es decir, que no tiene fijada fecha de devolución del dinero aportado (vencimiento). Una deuda que ha ido dirigida exclusivamente a inversores institucionales y cuya rentabilidad es muy superior al 1% con que retribuirá Santander a los accionistas-clientes que acudieron a la última ampliación de capital del banco Popular, presidido entonces por Ángel Ron.
Una rentabilidad que durará hasta 2024, fecha en la que lo más seguro es que se produzca la amortización del bono y, por tanto, el pago de nominal de cada uno que será de 100 euros. Sin embargo, esto queda a voluntad del Banco Santander. Si se pasa de esa fecha, las cosas cambian y los intereses de estos bonos de fidelización se colocan ya en niveles de mercado. Traspasado el plazo Santander pagaría el tipo midswap a 5 años con un diferencial positivo de 5,947 puntos. Con los actuales niveles del midswap supondría una rentabilidad anual de poco más del 6%.
En el folleto de emisión de estos bonos que exigen renunciar a cualquier acción legal contra el Banco Santander -adjudicatario el pasado 7 de junio del Banco Popular por un euro- se especifica también que el inversor que debe firmar su visto bueno al producto aunque no sea adecuado para pequeños inversores.
Esta acción comercial de la entidad presidida por Ana Botín busca compensar a los clientes-accionistas tanto de Santander como de Popular que acudieron a la última ampliación después de que el resto de accionista perdiese toda su inversión como consecuencia de la resolución de la entidad por parte de las autoridades europeas.
Pero analizando el producto en sí mismo, sus características de rentabilidad distan mucho de lo que han pagado las entidades financieras a lo largo de 2017 por emisiones de idénticas características en cuanto a plazo y a riesgo. Estas emisiones de deuda perpetua que buscan reforzar las reservas anticrisis, están emitidas a perpetuidad y se equiparan con las preferentes que tantos quebraderos de cabeza y pérdidas han generado entre los clientes particulares españoles. En cuanto al riesgo, se encuentran situados entre la deuda subordinada y las acciones.
El propio Banco Santander el pasado mes de abril lanzó una emisión de deuda perpetua por la que pagó a los inversores institucionales el 6,75%. Bankia con un producto idéntico tuvo que dar el 6% y Banco Sabadell el 6,50%.
En las principales emisiones en el año, se encuentran en los extremos el BBVA que fue el que menos interés pagó por deuda perpetua con el 5,87%, en tanto que Liberbank debió ser el más generoso para captar inversores lo que le obligó a pagar el 8,75% por una emisión similar. También pagó tipos altos Cajamar con el 7,75%. Emisiones que únicamente se venden a grandes inversores.