"El boyante crecimiento económico junto con la acomodación monetaria llevará a la tasa de inflación hasta nuestra meta. No existen dudas de esto. Por tanto, es el momento de tomar una decisión respecto a la reducción de la compra de bonos a principios del próximo año", señaló la banquera central.
No obstante, admitió que el BCE aún debe pensar en cómo poner fin a sus medidas heterodoxas y subrayó la necesidad de la existencia de "mucha comunicación", ya que lo último que se busca es confundir al mercado con ideas vagas o ambiguas.
Asimismo, Lautenschläger aseguró que "todas las condiciones están en su lugar para que la inflación alcance el objetivo de estabilidad de precios, cerca del 2%".
"La eurozona acumula más de 17 trimestres consecutivos de crecimiento económico, la tasa de desempleo media ha caído de alrededor de un 12% hasta un 9% y la demanda ha cobrado impulso en todos los países en general", explicó la banquera.
Con este escenario, la pregunta entonces es por qué la inflación no se recupera a los niveles previstos. Según Lautenschläger, esto tiene que ver con la alta volatilidad de los precios del petróleo y de las materias primas, así como por el umbral de la tasa de paro, que se sitúa lejos de su potencial real.
Desde 2015, el BCE a través de su programa de expansión cuantitativa (QE), en virtud del cual 'inyecta' 60.000 millones de euros mensualmente en la economía, ha intentado reactivar la inflación y el crecimiento a raíz de las crisis financiera y de bonos experimentadas en la eurozona. Esta medida le ha llevado a incrementar su balance en más de 2,3 billones de euros.