Los datos lo dejan claro. Pese al desapalancamiento de los últimos años, el amor por la vivienda en propiedad y por otros activos reales sigue siendo mucho mayor en España que en otros países del entorno. Según datos de la encuesta Household Finance and Consumption Survey elaborada por el Banco Central Europeo (BCE), el porcentaje de familias que posee una vivienda en propiedad asciende al 83,1%. Y si el cálculo se hace teniendo en cuenta la riqueza neta sobre el conjunto de todos los activos, esa vivienda en propiedad supone un 74% del total.
En el caso alemán, el 77,6% de la riqueza de los hogares está invertida en activos reales. Pero solo el 44,2% corresponde a vivienda en propiedad. Otro 22,4% del total de su riqueza neta lo invierten en activos financieros.
El problema de que España concentre tanta riqueza en el segmento inmobiliario es que la crisis ha demostrado que el enorme esfuerzo ahorrador para comprar una casa puede derivar en pérdidas en determinados periodos de tiempo, en vez de actuar como un `seguro¿ para el momento de la jubilación. Según datos del Banco de España, entre 2007 y 2015 el patrimonio de las familias españolas había caído un 22% desde 7,21 billones de euros hasta los 5,59 billones, descontando la deuda acumulada, precisamente debido a esa pérdida de valor sufrida por los bienes inmobiliarios.
En Reino Unido, los bienes reales también tienen un fuerte peso en las decisiones de inversión y ahorro de los ciudadanos. En concreto, suponen en torno al 80% de las inversiones en el total de los activos. De ese 80%, a vivienda en propiedad destinan en torno al 60%.
Cambios en los modelos según las franjas de edad
Esta semana, la Fundación de Estudios Financieros y Fidelity han presentado un estudio en el que analizan los cambios en el modelo de ahorro y de inversión de diversos países, incluyendo el efecto de la longevidad en estos modelos. Y en España, el ratio de renta sobre ahorro disponible apenas alcanza niveles del 6%. Y bajando, ante el elevado endeudamiento que supone la adquisición de la vivienda habitual o de otros activos como la segunda residencia.
Javier Santacruz, autor del estudio, indica que esta problemática se observa, sobre todo, en los tramos de edad más jóvenes. ¿La deuda de aquellos que están entre 16 y 34 años supone casi 288 veces sus ingresos, con una media de endeudamiento de 250.000 euros¿. Y en esa cifra, las aspiraciones de pagar una casa tienen mucho que ver.
Dentro del total de los activos reales, la primera vivienda supone un 52,53% sobre el total de activo en esa franja de edad. Un porcentaje que va disminuyendo según pasan los años hasta el 46,98% que se registra entre los 65 y los 74 años. En otros activos inmobiliarios (segunda residencia, garajes, etc), el porcentaje va desde el 25,59% entre los más jóvenes hasta el 24% de la franja más elevada de edad.
Esto supone que, en total, a los españoles apenas les queda un 25% de su riqueza para mirar más allá del ladrillo. Y lo hacen en este orden: autoempleo, depósitos bancarios, vehículos, seguros y fondos de pensiones, según los datos recopilados en el informe.
Las cifras difieren completamente de otros países como Alemania, donde, pese a la similitud del perfil conservador del ahorrador, la inversión en primera vivienda oscila entre el 38,39% que acumulan los jóvenes entre 16 y 34 años sobre el total de los activos reales (casi 20 puntos por debajo de la española), al 41% que mantienen en la franja entre los 65 y los 74 años. La segunda vivienda y otros activos inmobiliarios apenas superan el 19% en todas las franjas de edad, mientras que la inversión en depósitos es mucho más elevada, suponiendo cifras de dos dígitos sobre el total de los activos financieros (sin contar la vivienda) en todas las franjas de edad.
Los hogares británicos, por su parte, basculan hacia una mayor presencia en su cartera financiera de productos libres de riesgo o de bajo riesgo, especialmente depósitos, seguros de vida/ahorro y bonos. Por el contrario, la propensión a invertir en Bolsa y otros activos se mantiene estable en las cohortes más cercanas a la edad media de la población mientras que aumenta ligeramente a partir de los 65 años, sobre todo a través de fondos de inversión y productos cuyo subyacente es renta variable.
Por el lado de los activos reales, la tendencia es hacia una menor inversión en vivienda habitual (del 49,85% que presentan los más jóvenes al 47% de la franja de edad más elevada), al mismo tiempo que se mantiene estable el resto de activos mobiliarios (vehículos, activos físicos tipo joyería¿). ¿Este hecho es crucial a la hora de buscar activos inmobiliarios donde la presión demográfica no se dirige a más cantidad sino a un tipo de activo adaptado a las necesidades médicas y psíquicas de las personas más mayores¿, explican los expertos.
Como se observa en el gráfico del caso español, la propensión al ladrillo ha provocado que, como explica Santancruz, ¿las familias españolas sean las más endeudadas en los dos extremos del ciclo vital". Algo que no ocurre, por ejemplo, en Alemania, donde los más jóvenes parten de niveles de endeudamientos pequeño para después hacerlo crecer en la fase en la que maximizan sus ingresos, y posteriormente reducirlo hasta llegar a una cantidad más reducida que la que tenían en la banda de 16-34 años.
España tiene un comportamiento similar, pero con cifras más elevadas. Pero existe una gran diferencia. Los expertos explican que ¿como la mayor parte del endeudamiento se dirige a la compra de activos reales, aunque sea mayor el peso de la deuda sobre ingresos, genera unos activos cuyo valor es más estable a largo plazo¿. Y esto no sucede entre las familias germanas, donde el peso de la deuda va decreciendo pero repunta en las edades más avanzadas por la pérdida de valor de los activos, fundamentalmente, y según el estudio, de los fondos de pensiones (se va consumiendo el capital ahorrado en ellos) y otros seguros de vida.