Frente a la demagogia al uso, tengo muy claro que el sistema público de pensiones no da para mucho más. Vivimos muchos años (segundo país del mundo tras Japón), tenemos una de las menores tasas de natalidad y, además, hemos hecho el ajuste del euro y la crisis con la bajada de los salarios. Además, disfrutamos de sanidad pública, educación, servicios sociales, etcétera.
Ni siquiera si desaparecieran los corruptos habría dinero para seguir manteniendo el actual nivel de pensiones que, por otra parte, tampoco es para tirar cohetes. Pero vamos a peor, y lo sabemos. Propongo desde aquí, un tercer camino que sería el abaratamiento de la gestión pública en un Estado que prescindiese del costoso modelo autonómico. A ver si algún grupo de estudiosos de la economía ¿por ejemplo Fedea- se atreve a hacer este trabajo. Elegir entre pensiones más dignas o autonomías.
Aquí, uno, como periodista financiero asiste a una y otra convocatoria de Prensa donde los intermediarios (bancos, gestoras, sociedades de valores) insisten en que tenemos que empezar a ahorrar para la jubilación porque está claro que la pública nos obligará a tener una vejez de sopas de ajo y poco más. Y en su discurso invitan a colocar ese dinero en los mercados financieros mediante su asesoramiento y comisiones. Evidente.
En paralelo, una encuesta de pensiones de BBVA nos dice que el 44% de los españoles reconoce que no tiene capacidad de ahorro para la jubilación. Y el 56% restante que sí la tiene¿ ¿debe unir el futuro de su pensión a los mercados financieros? Pues aunque parezca lógico, es algo revolucionario para las últimas generaciones de españoles acostumbradas a una pensión de acuerdo con los pagos a la Seguridad Social que hicieron durante años.
El cambio de concepto es brutal y no evidente como se nos ofrece. De cotizar más o menos para conseguir más o menos para la jubilación, a que el devenir de los mercados financieros decida en buena medida si esa sopa de ajo de pensión pública se puede acompañar de jamón y huevos. No es un paso tan claro.
Podría existir alguna alternativa que se siga basando en lo público y que mantuviera ese paralelismo entre mayor aportación y mayor retorno en la jubilación. Creo que, además de los problemas económicos de los españoles, el riesgo en esas aportaciones a los mercados financieros lleva a muchos a dejar aparcada esta opción y pegar una patada adelante al problema.
De momento, muchos de los que suscriben esos planes de pensiones lo hacen por la ventaja fiscal del momento, pero sin demasiado convencimiento en el producto. Les hace ilusión que les devuelvan en su declaración de la Renta o que les cobren menos.
Habría que decir lo más claramente posible cuál será la situación prevista para los que tienen de 45 años en adelante, y buscar alguna solución que no esté únicamente al albur de los mercados financieros, sus vaivenes y sus complejidades. Porque aquí no se salva nadie. En este mundo, lo sólido se llamaba Banco Popular, por ejemplo.