Los jefes de Estado y de Gobierno del club comunitario debatieron hoy por primera vez las propuestas para reforzar la eurozona de cara al futuro, la mayoría puestas sobre la mesa por una Comisión Europea cuyo deseo de profundizar en la integración económica comparte el presidente galo, Emmanuel Macron.

La discusión, de la que no se esperaban decisiones concretas, solo ha generado acuerdo para dar prioridad a las iniciativas menos conflictivas y un calendario que fija como horizonte marzo de 2018 para una nueva cumbre del euro, y junio para consensuar una hoja de ruta con los pasos para los próximos cinco o diez años.

También para evidenciar que las divisiones que ha forjado la crisis entre los llamados halcones de la disciplina fiscal, como Alemania, Holanda o los bálticos, y los defensores de mayor integración, como Francia, Italia y otros países del sur, no ha desaparecido con el fin de la recesión.

"Los líderes estuvieron de acuerdo en mi propuesta de que en los próximos seis meses el trabajo de nuestros ministros de Finanzas debería concentrarse en las áreas dónde hay más consenso", dijo el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en una rueda de prensa.

Los socios, dijo, deberán avanzar "paso a paso" para completar la unión bancaria y transformar el Mecanismo Europeo de Estabilidad -el fondo de rescate de la eurozona- en un Fondo Monetario Europeo, que tendría mayores competencias en los futuros programas de asistencia financiera.

Para finalizar la unión bancaria es necesario implementar el Sistema Europeo de Garantía de Depósitos y el cortafuegos del Fondo Único de Resolución bancaria.

"Las discusiones continuarán sobre otras ideas que necesitan más tiempo para madurar y una perspectiva más larga", afirmó Tusk.

Entre estas iniciativas con menos consenso se cuentan la creación de una capacidad fiscal que permita estabilizar la eurozona en casos de crisis que golpeen a un único país, una función para la que Francia proponía un presupuesto de la zona euro que no ha cosechado simpatías.

También la simplificación de las reglas de disciplina fiscal o la creación de un ministro de Economía para la Unión, planteados por Bruselas.

Tusk señaló que junio de 2018 "podría ser el momento para tomar las primeras decisiones", sin precisar cuál será la ambición de una "hoja de ruta" que podría ser desde una mera declaración de intenciones hasta una propuesta con medidas concretas en función de dos factores: el consenso que se logre y la formación de Gobierno en Alemania.

"El objetivo es poder converger en marzo porque en ese momento una etapa política habrá pasado en Alemania", dijo Macron, en una rueda de prensa junto a la canciller alemana, Angela Merkel, ante quien reconoció que la estabilidad y fortaleza de Alemania son imprescindibles para avanzar.

En opinión del francés, la cita de marzo será una primera discusión "estratégica y política" para que la UE defina cómo ve la eurozona en la próxima década y en junio puedan plasmar medidas "a corto, medio y largo plazo".

Merkel aseguró que cuando haya esta "convergencia" encontrarán una "solución común" y señaló que con la vuelta del crecimiento y del empleo "es el momento de llevar a cabo reformas estructurales y promover más la Unión Económica y Monetaria".

Sin embargo, Berlín ha sido el principal opositor de las acciones para completar la unión bancaria, en particular el Sistema Europeo de Garantía de Depósitos, por su negativa a compartir unos riesgos bancarios que considera aún excesivos.

El primer ministro de holandés, Mark Rutte, advirtió de que los países deben hacer reformas a nivel interno antes abordar otras iniciativas y señaló que "no tiene sentido hablar de propuestas si no se está de acuerdo en el objetivo".

Por el contrario, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, defendió que para que la expansión económica actual sea "sostenible" los países tienen que hacer reformas internas, pero también de la estructura de la eurozona frente a los "nuevos desafíos" que puedan surgir.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dio un toque de atención a Alemania y compañía y, sin mencionarles, les animó a "que miren las cifras" para comprobar la mejora en los niveles de capital y la reducción de préstamos dudosos.

El nivel de ambición de las instituciones choca, una vez más, con la dosis de realidad ofrecida por las capitales. EFE

lpc/rja jla

(foto)