Desde la agencia de rating DBRS señalan a la pérdida de fuerza electoral del soberanismo como principal motor de esta distensión de la deuda catalana. En este sentido, señalan que, aunque las fuerzas independentistas han mantenido su dominancia en el Parlamento catalán, ¿perdieron dos escaños en comparación con las elecciones de 2015 y otra vez no pudieron obtener la mayoría de los votos¿. Dos factores que ¿con probabilidad han afectado positivamente a los inversores¿, señalan sus analistas.
La rentabilidad extra que se exige a los bonos soberanos catalanes frente a sus comparables estatales es del entorno de los 175 puntos básicos, cuando justo después de la celebración del referéndum rupturista se llegaron a superar los 350 puntos. En cualquier caso, una diferencia considerable que la agencia de rating achaca tanto a ¿las preocupaciones [del mercado] sobre el movimiento independentista¿ como a ¿las debilidades estructurales de crédito que también pesan en la región¿.
Los analistas coinciden en que la pérdida de fuerza del independentismo, que mucho tiene que ver con su fragmentación en estos comicios y el auge del partido Ciudadanos, liderado por la candidata Inés Arrimadas, hace ¿previsible¿ pensar que ¿no se producirá una declaración de independencia unilateral en el futuro¿ a pesar del cariz que pueda tomar finalmente el diálogo para la formación de Gobierno regional o incluso la composición del mismo.
Un bálsamo más para las debilitadas cuentas públicas catalanas se encuentra en el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), que DBRS augura que se mantendrá ¿en el medio plazo¿ y apoye así a los tenedores de bonos catalanes frente al impacto negativo que el pulso secesionista ha tenido sobre la economía regional. La agencia crediticia considera que este respaldo estatal se mantendrá ¿independientemente del ruido político¿.
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