El estudio señala que el problema al que se enfrenta el sistema público de pensiones no es tanto el envejecimiento poblacional o una menor tasa de inmigración, sino a la creciente longevidad de la ciudadanía. ¿La Seguridad Social está exhausta después de más de 130 años de servicio¿, ha sentenciado José Antonio Herce, experto de Afi en la materia y responsable del informe.

Los cálculos del experto junto a su colega Iratxe Galdeano basados en cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que mientras que con 65 años la esperanza restante de vida en 1975 apenas superaba los 15 años más, actualmente la longevidad media de la población se dispara en más de 20, hasta rozar los 86 años. Un escenario que, en palabras del experto, equivale a decir que los 65 de principios del siglo XX ¿son los 81 o incluso 91 años de hoy¿, lo que en ningún caso querría decir que la edad de jubilación habría de retrasarse tanto, por la pérdida de otras facultades que no se miden con la esperanza de vida.

Esta vida más larga es la que ha motivado las reformas del sistema público de pensiones en los años 2011 y 2013, que ha asegurado su sostenibilidad pero ¿a costa de la suficiencia¿. Así, el estudio calcula que la pérdida generalizada de poder adquisitivo de los pensionistas se podría traducir en una merma anual del 1,5% en el empleo y el PIB de la economía española en el periodo en los próximos 17 años. En números redondos: la pérdida de 46.000 millones de euros en términos de valor añadido bruto y un recorte del empleo de 754.700 puestos de trabajo para el año 2035.

Ante este escenario han ganado popularidad entre los ahorradores españoles los seguros de rentas vitalicias. Desde Unespa, su presidenta Pilar González de Frutos, se han presentado como un elemento de previsión social complementario a los planes de pensiones privados, cuya dinámica y naturaleza es muy diferente. En este caso, el tomador paga por la percepción mensual de una renta que conoce de antemano y cuya suma total dependerá de la longevidad que alcance, así como del deseo de dejar o no parte de este capital como legado a sus herederos.

La cifra que se calcula en el estudio es menos de un tercio del patrimonio medio de las familias españolas encabezadas por una persona mayor de 65 años. El experto, responsable del estudio, ha estimado para estos cálculos una renta mensual del 1,5% sobre el capital confiado a este seguro. La principal baza para su mayor difusión está en el hecho de que un 82% de las familias españolas disponen de al menos dos inmuebles en propiedad, que podría convertirse en renta vitalicia con su venta.

En cuanto a este punto, Herce ha subrayado que el 95,5% de los hogares españoles encabezados por jubilados tienen su vivienda íntegramente pagada. No obstante, desde Unespa se ha apuntado que la edad media a la que se viene contratando una renta vitalicia está en los 72 años, bien pasada la edad legal de jubilación y la retirada efectiva del mercado laboral, que se viene produciendo un año antes, con 64 años.

VENTAJAS DE LAS RENTAS VITALICIAS

Con este punto de partida, el estudio plantea que ¿las rentas vitalicias son un instrumento idóneo para complementar la pensión pública de jubilación, alivian las presiones que existen sobre el sistema público y contribuyen a su sostenibilidad¿. Así se estima que con un hombre de a un jubilado de 67 años le bastarían unos 63.400 euros para adquirir una renta vitalicia mensual próxima a los 380 euros, cifra que rebasa con cierta holgura los 350 euros de pérdida de poder adquisitivo a la que se enfrentaría de no complementar su pensión pública.

Las conclusiones del estudio determinan también que las rentas vitalicias son ¿claramente más ventajosas¿, pues para percibir 600 euros mensuales a partir de los 65 años se requeriría un patrimonio de 122.000 euros frente a los 242.000 euros -casi el doble- que se requerirían con inversión estrictamente financiera.

 

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