Asimismo, aunque ha indicado que el bitcoin y otras criptodivisas parecidas "son algo así como un espejismo, podrían ser una señal anticipada de un cambio en el modelo de pagos, al igual que Palm Pilots allanó el camino para los smartphones actuales".

"El efectivo no será el rey para siempre, a pesar de que todavía domina en muchas partes del mundo", ha aseverado Coeuré en un artículo de opinión publicado en la web del BCE y en el rotativo británico 'Financial Times', en coautoría con la presidenta del Comité de Mercados del BIS, Jacqueline Loh.

Las nuevas tendencias de los sistemas de pago han llevado a plantear la posibilidad de que los bancos centrales emitan sus propias monedas digitales (CBDC, por sus siglas en inglés). Tal y como ha explicado el economista francés, los billetes y las monedas son la única forma en que los consumidores pueden acceder actualmente al dinero de un banco central.

"El dinero en su cuenta bancaria en realidad es proporcionado por un banco comercial. Su banco se compromete a cambiar ese dinero por efectivo cuando el consumidor acuda a un cajero, mientras que cuando paga facturas online o con su tarjeta de crédito está utilizando dinero de la entidad comercial", ha indicado.

Bajo el sistema actual, solo las instituciones financieras tienen acceso directo al dinero del banco central digital a través de cuentas en su banco central nacional, de forma que una CBDC orientada al consumidor extendería ese acceso a todo el mundo.

"Una CBDC para todos desafiaría el modelo actual de los bancos que toman depósitos de clientes y usan ese dinero para financiar los préstamos que ayudan a impulsar la economía. Las consecuencias para los modelos comerciales de los bancos y la estabilidad financiera deberían analizarse cuidadosamente", ha aseverado Coeuré.

UNA MONEDA A PRUEBA DE HACKERS

En caso de que el efectivo desapareciera, la idea de una CBDC se volvería más sólida, ya que, de lo contrario, el público sería totalmente dependiente del dinero comercial y la confianza en la moneda dependería de la solvencia de las entidades comerciales y de las tecnologías de pago específicas.

Si llegara a aparecer, una CBDC tendría que ser tan convincente para los consumidores y las empresas como lo es su equivalente comercial. "Tendría que estar a prueba de 'hackers' y no debería otorgar el mismo anonimato que el efectivo ofrece a sus usuarios, aunque dar tanta información sobre individuos a un banco central es igualmente muy controvertido", ha sostenido Coeuré.