Porque las previsiones de primavera recién sacadas del horno por el organismo dirigido por Christine Lagarde evidencian que lo que puede empeorar, empeora. Al menos, en lo que respecta al caso de la economía venezolana.
En octubre, el panorama que dibujaba el FMI ya era de lo más sombrío. Preveía que la economía de Venezuela se contraería un 6% en 2018, con un paro del 29,8% y, sobre todo, una inflación del 2.349%.
Aunque cueste creerlo, en abril de 2018 las previsiones son sustancialmente peores. La contracción prevista para este año alcanza el 15%. El paro crecerá hasta el 33,3%. Y la inflación... ¡se disparará hasta el 13.864,6%!
"El colapso de la producción de petróleo y de las exportaciones intensifica la crisis ha desembocado en una caída del Producto Interior Bruto desde 2014", expone el FMI. Según los datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ha caído ya hasta los 1,5 millones de barriles de crudo al día, cuando a comienzos de 2017 superaba los 2 millones de barriles.
Para 2019, los pronósticos para el país presidido por Nicolás Maduro tampoco mejoran. La recesión será del 6%; el desempleao aumentará hasta el 37,4%; y la inflación seguirá siendo de cinco cifras: 12.874,6%.
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