Es lo que anticipa el Banco de España en el Informe Anual de 2017 que presentó este martes. La entidad gobernada por Luis María Linde lanza una clara advertencia sobre el futuro que aguarda a la economía española. Poniendo todos los recursos en marcha y sin incurrir en desequilibrios, "el crecimiento potencial de la economía española (...) se sitúa, de acuerdo con las estimaciones, en niveles por debajo del 1,5%".
Es decir, justo a mitad de camino del crecimiento potencial existente en los años previos a la crisis, situado en el 3,1%, y en los peores años de la crisis, los de 2012 y 2013, en los que bajó al 0%, siempre según datos del BdE. Como precisa el propio Informe, ese 1,5% está "cercano al de la Unión Económica y Monetaria (UEM), pero es inferior al de otros países desarrollados, como Estados Unidos".
El Banco de España no oculta "los factores estructurales más relevantes" que frenan este potencial de crecimiento. "Destacan el elevado desempleo estructural, el envejecimiento de la población, el menor crecimiento de la tasa de actividad derivado del cambio demográfico y la reducida productividad", menciona primero. Y a estos cuatro añade un quinto: "La menor acumulación de capital".
O lo que es lo mismo, un panel que conjuga males endémicos de la economía española, como el del paro estructural -aunque los cálculos de los distintos organismos públicos y entidades privadas difieren se sitúa en torno al 15%- o la baja productividad; otros problemas que manifiestan la alargada huella de la crisis, como el relativo al descenso de las inversiones y su rastro en la acumulación de capital; y otras limitaciones que cada vez emergen con más claridad y que tienen que ver con el envejecimiento de la población y el cambio de la pirámide demográfica, que alteran el panorama del empleo, el consumo, el ahorro o la propia inversión.
Con respecto a la reducida productividad, el BdE establece su propio diagnóstico sobre las causas que la provocan. "Es resultado de excesiva dualidad del mercado de trabajo, las regulaciones que limitan la competencia y la reasignación eficiente de recursos o el déficit de capital humano y tecnológico", expone.
Acerca del mercado laboral, el Banco de España manifiesta su preocuación por el riesgo de que algunos segmentos de la población queden totalmente descolgados de la recuperación. "La recuperación del empleo está siendo más débil entre el colectivo para parados con menor nivel de cualificaciones", subraya. Y concreta: "En 2017, la tasa de paro entre los trabajadores con un nivel de estudios bajo superaba el 30% y afectaba sobre todo a los más jóvenes y a los de mayor edad". Por este motivo, aconseja que el Gobierno tome cartas en el asunto. "Las políticas públicas deben dirigirse a asegurar la empleabilidad de estos colectivos, evitando efectos de histéresis que dificulten reducciones adicionales de la tasa de desempleo".
MEDIDAS PALIATIVAS
El Informe Anual también confirma la influencia creciente que las dinámicas demográficas tendrán en la economía española. "Las tendencias demográficas tendrán efectos negativos sobre el crecimiento potencial de la economía española", certifica el organismo.
Con una tasa de dependencia, es decir, de personas menores de 16 años y mayores de 65 años, que según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) pasará del 29% al 65% hasta el año 2065, el BdE lo tiene claro: "Este envejecimiento poblacional actúa negativamente sobre el número de personas en edad de trabajar y deprime la tasa de actividad y de ocupación".
Como estas tendencias demográficas, manifestadas en el progresivo envejemiento de la población, son de calado estructural, el Banco recomienda incluirlas en un lugar más prominente de la agenda política y pública. "El reto del cambio demográfico obliga a definir una estrategia para mitigar su impacto económico a largo plazo", solicita.
La entidad proporciona sus propias recetas. "Resulta necesario poner en marcha políticas que incentiven la participación de los trabajadores, especialmente aquellos de más edad, en el mercado laboral, como, por ejemplo, la compatibilidad del cobro de una pensión con situaciones de empleo". Y vás más allá: "Adicionalmente, se deberían revisar periódicamente las restricciones asociadas a la política migratoria para tratar de acompasarlas a las necesidades del mercado de trabajo, así como fomentar la natalidad para acercarla a tasas de otros países europeos, favoreciendo la conciliación laboral y familiar y reduciendo la inestabilidad laboral en los años de edad fértil".
El envejecimiento, a su vez, ya está causando y causará efectos crecientes sobre el sistema público de pensiones, de ahí que el Banco de España demanda igualmente medidas en este terreno. "Se hace deseable una estrategia de reforma que aumente la transparencia del sistema, refuerce la relación entre las contribuciones y las prestaciones, y, en especial, mantenga un mecanismo de ajuste automático que garantice su sostenibilidad".
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