El Ejecutivo británico colocó cerca de 925 millones de acciones a 271 peniques por título, mientras que hace un decenio pagó 502 peniques para cada uno, por lo que la operación supone unas pérdidas de alrededor de 2.100 millones de libras (2.370 millones de euros).
"Esta venta representa un paso significativo en el proceso para devolver la totalidad de RBS a manos privadas y dejar atrás la crisis financiera", afirmó el ministro de Economía británico, Philip Hammond.
"El Gobierno no debería estar involucrado en la posesión de bancos. Lo que obtengamos de esta venta servirá para reducir nuestra deuda nacional. Eso es lo correcto para los contribuyentes, en un momento en el que estamos construyendo una economía que esté preparada para el futuro", agregó Hammond.
En 2008, el entonces primer ministro británico, el laborista Gordon Brown, ordenó una inyección de capital de 45.500 millones de libras (51.400 millones de euros, al cambio actual) en RBS para hacerse con el 79 % de sus acciones y evitar su colapso.
A partir de 2015, durante el mandato del conservador David Cameron, el Ejecutivo comenzó el proceso de privatización de sus acciones.
Tras la última venta, la participación pública de RBS se ha reducido desde del 70,1 % hasta el 62,4 %.
El secretario económico del Tesoro británico, John Glen, declaró a la BBC que la venta de acciones se ha producido "basada en la realidad de la situación en la que se encuentra RBS ahora mismo".
"Los contribuyentes necesitan recibir de vuelta algo de aquel dinero. Me encantaría que hubiéramos podido vender las acciones a un precio mucho mayor", esgrimió Glen.
"Obviamente, eso es lo que a todo el mundo le hubiera gustado, pero necesitamos ser realistas y observar las condiciones del mercado", argumentó el secretario del Tesoro, que resaltó que el banco "es ahora una institución completamente distinta a la que era hace diez años".