Es una de esas frases a las que se recurre habitualmente en los mercados. `Cuando EEUU estornuda, el mundo se resfría¿, se dice. Y aunque no ha perdido vigencia, lo cierto es que convendría adaptarla a los nuevos tiempos y crear nuevas versiones. Al menos, una más: `cuando el yuan chino estornuda, las bolsas del mundo se resfrían¿. Por eso resulta preciso seguir con atención la brusca caída que la divisa china está protagonizando, porque cuando eso ocurre las bolsas internacionales suelen temblar.

Los precedentes más cercanos así lo evidencian. En agosto de 2015 las autoridades chinas decidieron, por sorpresa, devaluar el yuan. Ese mes, el dólar se apreció cerca de un 3% contra la moneda china. ¿Y qué pasó en la bolsa? El índice estadounidense Dow Jones perdió un 6,6% y el Ibex 35 español corrigió un 8,2%. Poco después, entre finales de 2015 y comienzos de 2016, el yuan se depreció cerca de un 5% contra el dólar estadounidense. De nuevo, el Dow se dejó un 1,7% en diciembre de 2015 y un 5,5% en enero de 2016, en tanto que el Ibex cedió un 8% en diciembre y otro 7,6% en enero.

¿ESTÁ CAYENDO COMO UNA ROCA¿

El yuan, por tanto, es una referencia a la que conviene seguir de cerca. Porque ahora está volviendo a perder valor con fuerza. O como el presidente de EEUU, Donald Trump, ha expuesto de manera gráfica esta semana: ¿Está cayendo como una roca¿.

Y la descripción es tan visual como acertada. Desde abril, la moneda china acumula un descenso próximo ya al 8% contra el `billete verde¿. Esta semana ha reculado hasta los 6,766 yuanes, aunque ha llegado a caer hasta los 6,81 yuanes, su cambio más bajo contra el dólar desde junio de 2017. Además, acumula seis semanas consecutivas de caídas contra el dólar, algo que no se veía precisamente desde finales de 2015.

EL AGRAVANTE COMERCIAL

Estas cifras obligan a prestar atención a la marcha del yuan, situado ya entre las diez divisas más transaccionadas del mundo y llamado a discutir en un futuro la supremacía del dólar si China discute a su vez la posición de EEUU como gran economía del mundo y liberaliza por completo el modo en el que se establece el cambio de su divisa para que dependa del mercado. Sobre todo, porque esta vez existe un agravante que puede incrementar la resonancia de sus caídas: la `guerra comercial¿ y el riesgo de que la divisa china se convierta en un arma adicional que desate a su vez una `guerra de divisas¿.

Para acallar esta interpretación, las autoridades del gigante asiático han matizado que no usarán el yuan la disputa comercial y que adoptarán medidas para aplacar su volatilidad. EEUU parecía conceder el beneficio de la duda a Pekín, pero las últimas declaraciones consecutivas de Trump, con las que ha roto un enigmático silencio de medio año sobre la evolución de las divisas, evidencian que su caída y la fortaleza del dólar le incomodan. Primero, el jueves se quejó de que el empuje del 'billete verde' ponía a EEUU en "desventaja" con respecto a sus competidores. Y luego, el viernes elevó el tono para acusar a Europa y China de "manipular sus divisas" para beneficiarse de su depreciación y perjudicar a Estados Unidos.

Tras estos dos avisos seguidos de Trump, el terreno está más que abonado para las acusaciones cruzadas, los malentendidos y las amenazas. El riesgo es que la tensión vaya a más si el yuan sigue debilitándose y el dólar fortaleciéndose. Y justo eso es lo que ha vuelto a ocurrir este lunes, jornada en la que el efecto de las palabras de Trump se ha difuminado y el 'billete verde' se ha revalorizado un 0,4% contra la divisa china, hasta los 6,798 yuanes.

¿Qué puede pasar si esta tendencia sigue su curso? Que EEUU, cansado de una situación que perjudica su posición comercial justo cuando pretende lo contrario, declare abierta y oficialmente a China como una "nación manipuladora de la moneda" -"una iniciativa con la que el Tesoro de EEUU y el propio Congreso han estado coqueteando desde hace 20 años", recuerda Juan Ignacio Crespo, asesor del fondo de inversión Multiciclos Global de Renta 4-, una calificación que depararía sanciones al gigante asiático. Y que Pekín responda vendiendo parte de los cerca de 1,2 billones de dólares de deuda pública estadounidense que tiene en su poder y que le convierten en el principal acreedor de Estados Unidos. Todo demasiado peligroso. Todo demasiado cerca. Y todo mientras el yuan estornuda.

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