Sin sorpresas desde Fráncfort. Tampoco había margen, después de que el Banco Central Europeo (BCE) definiera su hoja de ruta para el próximo año en la reunión de junio. El caso es que la entidad presidida por Mario Draghi ha despachado el cónclave monetario de julio dejando los tipos de interés como estaban, con los oficiales en el 0% y los de la facilidad de depósito en el -0,40%. Están congelados en estos niveles desde marzo de 2016.
También ha confirmado que las compras de deuda terminarán en diciembre de 2018 y que, desde entonces, lo que hará será reinvertir el dinero procedente del vencimiento de los bonos que tiene en su balance para comprar más títulos. Por ahora, el BCE sigue dedicando 30.000 millones de euros al mes a la compra de deuda pública y privada en el mercado, cantidad que en el último trimestre de 2018 quedará reducida a la mitad.
Superado el 'trámite' de las decisiones, Draghi ha asegurado en la rueda de prensa posterior que el crecimiento de la Eurozona es "sólido", aunque admite que está sometido a "incertidumbres". Y no se ha guardado cuáles son, porque ha señalado que "notablemente están relacionadas con el comercio mundial".
En este sentido, y después de que la semana pasada el presidente de EEUU, Donald Trump, acusara a China y Europa de "manipular" sus divisas para mantenerlas bajas y sacar partido de su debilidad, Draghi ha dejado un mensaje. Aunque, como suele hacer, ha matizado que "el tipo de cambio del euro no es objetivo de ninguna política", ha recordado que, pese a la depreciación de los últimos meses, en los que ha pasado de los 1,1255 dólares de febrero de este año a los 1,17 dólares actuales, "el euro se ha apreciado considerablemente en los últimos 12 o 18 meses". Refresca así el hecho de que a comienzos de 2017 llegara a caer hasta los 1,05 dólares.
Sobre la inflación, que en junio repuntó hasta el 2%, el dato más alto desde comienzos de 2017, Draghi también es optimista. El banquero italiano ha asegurado que "la fortaleza de la economía confirma la confianza del BCE de que la convergencia de la inflación al objetivo de la entidad continuará". La meta de la institución consiste en situar la inflación por debajo, pero cerca del 2%, a medio plazo.
Pese a este convencimiento, Draghi ha defendido que "todavía es necesario un significativo estímulo monetario" para lograr que la inflación se reúna con el objetivo perseguido por la entidad. De ahí que también haya insistido en que "la paciencia, la prudencia y la persistencia todavía son las palabras que conforman e inspiran la política monetaria del BCE".