El Banco Central Europeo (BCE) confesó sus planes en junio. En el cónclave monetario de hace seis semanas anunció que las compras de deuda en el mercado finalizarán este año y que los tipos de interés seguirán donde están, con los oficiales en el 0% y los de la facilidad de depósito en el -0,40%, ¿hasta al menos durante el verano de 2019¿. Tras semejante ejercicio de transparencia, prácticamente la entidad presidida por Mario Draghi podría dedicarse a poner el piloto automático e irse de vacaciones.

Pero no. Su Consejo de Gobierno se reúne este jueves en el cuartel general de la institución, en Fráncfort, y la cita, como siempre, tendrá su interés por mucho que los puntos cardinales de su estrategia ya quedaron definidos en junio. A priori, la reunión de julio se presenta con cuatro grandes asuntos sobre la mesa.

El primero, la posibilidad de que aclare más el calendario de la subida de los tipos. Es decir, saber si Draghi afinará ese genérico ¿al menos hasta durante el verano de 2019¿ para orientar las expectativas del mercado y precisar si empezará a moverse en julio, septiembre u octubre. Por ahora, las encuestas de Thomson Reuters reflejan un escenario que descuenta un primer aumento de los tipos de depósito en el tercer trimestre de 2019, al que seguiría un incremento de los tipos oficiales en el cuarto trimestre.

El segundo, la necesidad de que la entidad afine cómo va a llevar a cabo la reinversión del dinero procedente del vencimiento de los bonos que tiene en su balance. Por ahora sólo ha anticipado que lo hará, pero, como apunta Franck Dixmier, responsable global de renta fija de Allianz Global Investor, "hasta ahora no ha habido una comunicación sustancial sobre la política de reinversión". Sobre todo porque, como precisa, el importe previsto para los próximos 12 meses alcanza los 150.000 millones de euros.

El tercero, el diagnóstico económico que el BCE realice. Sobre todo, para pulsar cómo analiza la ralentización económica de la primera mitad del año y cómo la conjuga con una inflación que, de la mano del petróleo, vuelve a estar en el 2% en la Eurozona, algo que no ocurría desde febrero de 2017. Ese 2% no es un dato cualquiera, puesto que el objetivo de la entidad, consistente en garantizar la estabilidad de los precios, se sustancia en situar la inflación por debajo, pero cerca, del 2% a medio plazo.

Y el cuarto, la escalada de la tensión comercial, ampliada ya, de la mano del presidente estadunidense Donald Trump, al terreno de las divisas. La semana pasada, Trump acusó directamente a Europa -también a China- de ¿manipular¿ su divisa para sacar réditos competitivos. Draghi, que en el pasado no ha rehuido los choques dialécticos con el presidente norteamericano ni ha dudado en criticar sus políticas, será preguntado sin duda por esta cuestión en la rueda de prensa que ofrecerá desde las 14:30 horas.

SEIS AÑOS DESPUÉS DE UN COMPROMISO HISTÓRICO

Para el banquero italiano, la cita de este jueves poseerá una notable carga simbólica, porque coincidirá con un aniversario inolvidable. Hace justo seis años, el 26 de julio de 2012, con España contra las cuerdas en los mercados y con las costuras del euro estallando, Draghi pronunció en Londres un histórico alegato en favor del proyecto europeo y de la viabilidad de su divisa.¿Dentro de nuestro mandato, el BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservar al euro. Y créanme, será suficiente¿, aseguró entonces el banquero italiano.

Esas 23 palabras -en su intervención original en inglés- cambiaron el curso de los acontecimientos. España empezó a tomar aire y el euro no saltó por los aires. Desde entonces, todas -y no han sido pocas- las decisiones del BCE bajo la batuta de Draghi se han encuadrado en ese compromiso de afianzar el futuro y la credibilidad de la `moneda única¿.

En septiembre de 2012 sustanció ese compromiso con la presentación de un programa condicionado de compras de deuda, conocido por las siglas OMT, que actuó desde ese mismo instante como un muro de defensa del euro aunque ni entonces ni luego fue estrenado; en 2013 retomó la rebaja de los tipos, una secuencia apurada hasta marzo de 2016, cuando recortó los oficiales hasta el 0% y los de la facilidad de depósito hasta el -0,40%; en 2014 y 2016 lanzó varias rondas de financiación bancaria (TLTRO y TLTRO II) a muy largo plazo; y en 2015 comenzó con la compra de deuda pública y privada en el mercado.

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