El volátil mercado de las criptomonedas tiene su propio valor refugio: el tether. La drástica caída en cotización que se han apuntado el bitcóin y muchas otras de las divisas digitales más populares, y que para algunos analistas supone el principio del fin de las estratosféricas valoraciones del sector, ha ido aupando a esta desconocida a cotas que pocos se imaginaban hace unos meses.
La clave del éxito del tether, que nació en 2014 con el nombre de realcoin y se reformuló casi por completo tres años después, está en su valor estable en torno al dólar por acción. En un universo de activos donde las variaciones intradía van habitualmente de varios cientos a incluso algunos miles de dólares, este valor seguro ha sido el principal reclamo del que se ha valido la criptomoneda en los últimos tiempos. Su difusión ha crecido tanto que se sitúa ya en el noveno puesto por capitalización entre sus comparables y en segunda posición por volúmenes de contratación media diaria anual, según datos del portal especializado CoinMarketCap.
Mientras que la masa monetaria del tether ha subido un sonoro 94% en lo que va de año, debido fundamentalmente a una mayor demanda ya que su cotización ha permanecido estable en este periodo en torno al dólar, el valor conjunto del criptomercado ha caído un 58%. Así lo muestran datos recabados por el Observatorio de Digitalización Financiera de Funcas, que vigila la evolución de un total de 1.601 monedas digitales. El todavía líder de este sector, el archiconocido bitcóin, se ha dejado más de la mitad de su valor en los seis primeros meses del año, mientras que su 'pariente' el ripple ha perdido cerca de un 80% de su capitalización.
Hace cinco meses, había que descender hasta la posición 30 del ranking de criptomonedas con más valor de mercado para encontrarse con el tether. Al cierre de junio, había avanzado más de 20 puestos en la tabla. Un vertiginoso ascenso que Jaime Fernández Cerezo, consultor de fintech y blockchain en Finnovating, atribuye inequívocamente a ¿la búsqueda de refugio para cubrirse de la volatilidad y amortiguar las pérdidas en cartera provocadas por el descenso de la mayoría de criptoactivos¿.
El carácter refugio clave en este vuelco lo aporta el hecho de que el valor de cada tether está respaldado, al menos teóricamente y según defienden sus creadores, por un dólar estadounidense real depositado en cuentas bancarias de la compañía desarrolladora de la pujante ciberdivisa. Así, a diferencia de otras criptomonedas que no tienen ningún valor de referencia o cuyo subyacente tiene una valoración más sujeta a cambios, el tether permanece más o menos invariable unos centavos arriba o abajo. Unos mínimos cambios marcados por la fluctuación de su demanda diaria y la eventual aparición, como ya ha ocurrido, de sospechas sobre la solvencia real de la divisa digital en monedas físicas norteamericanas.
Los expertos más puristas del sector defienden que, precisamente por esta característica, el tether no puede considerarse una ¿criptomoneda pura¿, sino más bien un híbrido basado en tecnología blockchain pero con garantía fiduciaria. Desde una de las principales consultoras globales explican que ¿la situación sería distinta si el respaldo fuera una cesta de criptomonedas, pero en ese caso la volatilidad también habría afectado al tether y, por lo tanto, habría perdido buena parte del carácter `moneda estable¿ que la ha hecho brillar¿.
LEYES Y FISCO: PROHIBICIONES Y ARBITRAJE
En este sentido, los analistas coinciden en señalar que el desplome de las grandes referencias del sector ha supuesto para el tether su piedra filosofal incluso a pesar de sus propios cuestionamientos. Y es que, más allá de una corrección natural tras el fuerte ascenso acumulado el año pasado, una serie de factores añadidos conforman el terraplén por el que se ha deslizado bruscamente la cotización de la mayoría de 'criptos'. En un reciente informe elaborado por Funcas y Finnovating se apunta hacia los aspectos regulatorios como unos de los más influyentes.
Más allá de las muchas advertencias lanzadas por supervisores de todo el mundo, incluida la CNMV española, las restricciones a la operación con monedas digitales han crecido. A cierre de junio, una veintena de países habían declarado ya ilegal el bitcóin y sus hermanos menores. Dos más que al término del trimestre anterior. Son 81 los países, uno menos que en marzo, que hoy por hoy tienen legalizado y más o menos regulado su uso. Además, varias plataformas digitales y redes sociales han prohibido anuncios de criptomonedas o, en el mejor de los casos, sus ofertas iniciales.
En relación precisamente a las advertencias de inversión y restricciones legales, la escasa penetración que las 'criptos' han conseguido a estas alturas en la economía real es otro de los factores que están detrás del amplio y generalizado retroceso acumulado. En este sentido, cabe recordar la reciente llamada de la firma especializada de inversión GP Bullhound alertando de un inminente apocalipsis en este mercado que terminaría por liquidar aquellos activos más líquidos y residuales y mermar el músculo de los más difundidos. Unas teorías que hasta la fecha se han revelado ciertas en parte, pues como señala Fernández Cerezo, "muchos entusiastas tenían el convencimiento de que a estas alturas el bitcóin debería rondar ya los 50.000 dólares en el mercado", cuando lo que se ha producido ha sido un brusco descenso por debajo de los 8.000 dólares.
El arbitraje entre distintas criptomonedas en un universo extremadamente volátil que todavía suma más referencias nuevas que antiguas desaparecen, es también otro factor señalado por varios gestores de carteras de criptoactivos entre los ingredientes de su auge. Coin Sutra, uno de los portales de referencia para esta comunidad, se incentiva su uso al explicar sin disimulo que "en mercados bajistas del bitcóin [como el actual], puedes cerrar tu posición entrando en tether (USDT) y recomprar bitcóines cuando pienses que se ha tocado fondo en la caída vía esos mismos USDT". Una fórmula que puede repetirse con cualquier otra criptomoneda admitida en la plataforma de negociación de cada cliente que teóricamente permite preservar capital en dólares a la par que evitar su traspaso a una cuenta corriente al uso y, de paso, permanecer a resguardo de la vigilancia del fisco.