El emisor turco inauguró la jornada anunciando una inyección de liquidez al sistema financiero de aproximadamente 6.000 millones de dólares y oro por valor de 3.000 millones, así como 10.000 millones de liras, mediante la reducción de los límites de reservas de divisas permitidas a los bancos turcos.
Poco más tarde, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, intentó tranquilizar los mercados asegurando que la lira se estabilizará y arremetió contra los "traidores a la patria" que alimentan especulaciones en sentido contrario.
"El cambio de la moneda se asentará lo antes posible en un nivel razonable, dentro las reglas económicas. No se preocupen, pueden estar tranquilos. No hemos hecho concesiones en la economía de libre mercado. No se debe prestar atención a los que dicen lo contrario", dijo el mandatario.
Aludió así al rumor, desmentido ya anoche por su yerno y ministro de Finanzas, Berat Albayrak, de que el Gobierno pudiera estar pensando en confiscar o convertir forzosamente en liras los depósitos en moneda extranjera.
"En las redes sociales hay unas cuantas personas que hacen terror económico. Se han tomado medidas judiciales contra ellos. Cuando los detengamos les aplicaremos el castigo necesario. Porque todos ellos son traidores a la patria", advirtió el mandatario.
Poco antes, el Ministerio del Interior había declarado que investiga a 346 cuentas de redes sociales que "compartieron mensajes para provocar el aumento en el tipo de cambio del dólar" desde el 7 de agosto pasado.
Las Fiscalías de Estambul y Ankara anunciaron la apertura de investigaciones contra "personas involucradas en actos que amenazan la seguridad económica del país", y la Policía declaró que el departamento de lucha antiterrorista investiga posibles acciones que puedan crear una "percepción negativa de la economía".
Mientras se producían estas declaraciones, la moneda turca, que se había recuperado significativamente tras el anuncio de medidas del Banco Central, volvió a caer hasta rozar el valor de 8 liras por euro y alcanzar el de 7 liras por dólar. Regresó así al punto más bajo registrado esta madrugada, antes de la apertura de los mercados europeos, cuando perdió un 8% en menos de tres horas.
Desde el viernes pasado, la lira ya acumula un 25% de pérdidas, en lo que los analistas consideran un efecto de las tensiones diplomáticas con Estados Unidos (EEUU), combinado con la pérdida de confianza de los inversores, al observar que el Gobierno turco no toma medidas para sanear la economía.
La depreciación de la lira encarece la refinanciación del país, muy dependiente del exterior, lo que a su vez empeora sus números macroeconómicos y genera una mayor debilidad de la lira en un círculo vicioso de difícil salida.
Según todos los economistas consultados por Efe, la única medida eficaz para frenar la inflación, que se ha disparado hasta el 15 por ciento interanual, sería una drástica subida de los tipos de interés, fijados desde junio en el 17,75 por ciento.
El hecho que el Banco Central no anuncie esta medida se interpreta como consecuencia de las reiteradas advertencias de Erdogan, quien lleva años denunciando los tipos de interés como "madre de todos los males" y exigiendo que se bajen "para bajar la inflación", una visión considerada poco realista por los bancos.
Pero la tendencia bajista se disparó tras anunciar el presidente estadounidense, Donald Trump, el viernes pasado en Twitter que duplicaría los aranceles sobre acero y aluminio procedentes de Turquía.
Erdogan denunció esta medida hoy como "una puñalada por la espalda" a un aliado que comparte misiones bélicas con EEUU, en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
"Por una parte eres un aliado estratégico, por otra parte sí, a este aliado estratégico le meten un tiro en el pie. Cuando todo el mundo abandona Afganistán, tú sigues junto a ellos, estáis juntos en Somalia, en la OTAN, luego te levantas y ves a que este aliado estratégico le han apuñalado por la espalda", lamentó el presidente turco.
La relación ya tensa entre los aliados empeoró a principios del mes, cuando Washington exigió la liberación inmediata del pastor protestante Andrew Brunson, que lleva dos años en prisión preventiva en Turquía bajo acusaciones de terrorismo que EEUU considera fabricadas, algo a lo que Ankara se negó.
Erdogan advirtió ayer de que si Estados Unidos realmente quería "trocar a un aliado por un predicador", la nación turca sólo respondería "Adiós muy buenas".