En un artículo titulado 'Evolución reciente del mercado de crédito al consumo en España', el Banco de España afirma que la ausencia de garantías en este tipo de préstamos, salvo en el caso de los que financiación para la adquisición de automóviles, eleva el riesgo al que se enfrentan las entidades financieras.
Para minimizar estos riesgos, la autoridad monetaria afirma que es importante que las decisiones de los oferentes y los demandantes de fondos que subyacen al dinamismo del mercado de crédito al consumo se basen en unas "expectativas prudentes" sobre la capacidad de repago de esta deuda.
No obstante, destaca que en España este incremento del crédito al consumo está siendo compatible con el desendeudamiento de los hogares y, además, sigue teniendo un "peso reducido" en la cartera de crédito de las entidades financieras, en el entorno del 5%.
Según el Banco de España, a pesar de estos riesgos, el crédito al consumo ha contribuido a la recuperación económica de los últimos años, principalmente a través de la financiación del aumento del consumo de bienes duraderos y, en particular, del vinculado con la adquisición de vehículos.
Desde 2014, el saldo de crédito al consumo en España ha presentado una recuperación sostenida, con unas tasas de crecimiento interanual que, a mediados de 2018, se situaban alrededor del 14%, tasa que se eleva hasta el 21% en el caso del crédito destinado a financiar el consumo de bienes duraderos. Con ello, el incremento acumulado desde finales de 2014 es del 47%.
Esta evolución, añade el Banco de España, contrasta con la de los otros segmentos del crédito a los hogares como, en particular, el destinado a la compra de vivienda, cuyo saldo sigue contrayéndose en la actualidad, aunque a un ritmo cada vez más moderado.
Así, precisa que esta diferente dinámica del crédito al consumo frente al destinado a la compra de vivienda se explica tanto por el mayor repunte de la actividad crediticia en el período reciente en dicho segmento, como por los menores plazos de vencimiento de esta modalidad de préstamos en comparación con los vinculados con la adquisición de inmuebles, lo que hace que los saldos vivos reaccionen con más rapidez a los cambios en la actividad.