Los bonos soberanos de EEUU han vivido otra jornada negra este miércoles. Con datos de cierre de la sesión estadounidense, no se había producido una venta masiva tan abultada de títulos del Tesoro desde el día después a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales. No solo eso, sino que los a diez años se apuntaron el mayor incremento de rentabilidad desde el 1 de marzo.

Los papeles a una década, referencia del mercado secundario de renta fija, han alcanzado ya una rentabilidad del 3,22%. No se alcanzaba una cota tan elevada desde abril de 2011, hace algo más de siete años. Los bonos a 30 años ya cotizan en tipos no vistos desde septiembre de 2014. Su ascenso de más de 11 puntos básicos hasta el 3,32% que marcaron ayer supuso su mayor ganancia de rentabilidad en un solo día desde noviembre del 2016.

Los analistas de Renta 4 Banco achacan este fuerte repunte al convencimiento de que las cifras macroeconómicas siguen avalando la hoja de ruta de la Reserva Federal de EEUU (Fed), tan criticada por el presidente Trump. En este sentido, apuntan que ¿los buenos datos¿ aportados por una encuesta ADP de empleo privado que ha batido las previsiones de consenso y un índice ISM de servicios en máximos desde 1997 ¿sugieren un crecimiento del PIB en el tercer trimestre del año superior al 3% anualizado¿.

Por si fuera poco, mientras los índices PMI de actividad sectorial ¿eran revisados a la baja¿ para algunas economías europeas, en EEUU se ha producido una ¿sorpresa positiva¿ en las tasas compuesta (53,9 puntos) y de servicios (53,5 puntos), señalan los expertos.

Desde Banco Sabadell coinciden en que la última tanda de referencias macroeconómicas ¿dibuja un crecimiento del PIB en el tercer trimestre por encima del 3,0% esperado por el consenso¿. Un punto de partida que alienta, como así ocurrió, que el presidente del organismo monetario, Jerome Powell, defienda que el freno a las subidas de tipos solo llegaría en un escenario ¿restrictivo para el crecimiento, del que EEUU se encuentra todavía muy lejos¿, apuntan en su informe diario.

Algunas voces escépticas con esta visión del mercado señalan que los bonos a más corto plazo son los que más se deberían ver afectados por la previsión de una próxima subida de tipos más. En este caso, fuentes del mercado apuntan a la falta de contraparte compradora de inversores institucionales en las obligaciones a más largo plazo. Por un tema de contabilidad y fiscalidad, las carteras para compensar planes de pensiones y otras provisiones se cerraron al término de septiembre, con lo que ahora sus adquisiciones de títulos de deuda soberana a largo plazo son más puntuales y sensibles al tándem precio-rentabilidad.

A incrementar la presión bajista sobre el precio de los bonos, y por tanto a espolear su incremento de rentabilidad, habrían contribuido también la formulación de posiciones cortas y de órdenes de venta automáticas que se habían señalado una vez que el bono estadounidense a diez años superase el 3,12%, anteriores máximos de siete años a los que ya se había acercado al comienzo de la semana y que, según varios análisis chartistas, constituía un importante soporte técnico según los analistas de Link Securities.

Estos expertos se fijan en que la evolución del mercado estadounidense de renta fija llevó a una más pronunciada inclinación de la curva de deuda, al tirar al alza especialmente de los tipos de los bonos a más largo plazo. Sin embargo, señalan que también los papeles a dos años escalaron también hasta su cota más elevada desde el año 2008.