No es ninguna referencia mágica. Sin embargo, por su simbolismo sí viene a ser una línea roja. El dólar cada vez está más cerca de romper la cota de los 7 yuanes, un cruce contra la divisa china que no marca desde hace 10 años. Una década después, el `billete verde¿ está a paso de esa referencia, puesto que se cambia a 6,938 yuanes.
Alcanza este tipo de cambio tras una secuencia alcista que se prolonga ya durante siete meses. El dólar se apreció un 0,9% contra el yuan en abril; un 1,2% en mayo; un 3,2% en junio; un 2,8% en julio; un 0,4% en agosto; un 0,6% en septiembre; y en octubre, a falta de las últimas sesiones, alarga la secuencia con una subida del 1%. En total, una revalorización del 10%.
Esta racha, si de ya de por sí sería relevante por tratarse de las divisas de las dos mayores potencias económicas del mundo, alcanza una importancia aún mayor por producirse en plena escalada de la tensión comercial que está alentando el presidente de EEUU, Donald Trump. En medio de la imposición de aranceles y de las amenazas de los que podrían estar por venir, la debilidad de la moneda china se interpreta como una respuesta de Pekín para contrarrestar la presión de Washington.
Sin embargo, las autoridades del gigante asiático sostienen que no hay nada de eso, y que simplemente la caída del yuan responde a la ralentización del crecimiento de China y a las medidas de corte expansivo que el banco central chino está aplicando para respaldar la economía. Según la estimación oficial, en el tercer trimestre la economía china creció un 6,5% en tasa interanual, el ritmo más reducido desde 2009.
Por el momento, Washington concede oficialmente el beneficio de la duda a Pekín. La semana pasada, el Tesoro estadounidense declinó decretar oficialmente que China manipula su divisa. Reconoció, eso sí, su ¿preocupación¿ por la depreciación de la divisa china y confirmó que vigilará de cerca sus pasos. De manera extraoficial, Trump no ha tenido problemas en acusar a China -también a la Eurozona- de ¿manipular su divisa¿ para mantenerla baja y sacar así rédito comercial.
El problema es que todas las expectativas apuntan hacia un frenazo mayor de la economía china. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha rebajado este mes su previsión de crecimiento para China en 2019 del 6,4% al 6,2%, que supondría el ritmo más bajo desde 1990.
¿Esperamos un mayor enfriamiento en el cuarto trimestre¿, anticipa igualmente Susan Joho, economista de Julius Baer.¿En consecuencia, el yuan seguirá bajo presión en los próximos meses¿, avisa.
En su opinión, de hecho, derribar la cota de los 7 yuanes es solo cuestión de tiempo. Pronostica que el dólar se cambiará a 7,10 yuanes en tres meses y a 7,15 yuanes dentro de un año. Más presión, por tanto, para el dólar. Y para la paciencia de Trump.