"Sé que hay varios debates sobre la política de tipos negativos del BoJ", admitió Kuroda durante su intervención parlamentaria al ser cuestionado por representantes de la oposición, aunque subrayó que "por el momento se trata de un paso necesario que forma parte del plan de relajación monetaria a gran escala", según recoge Reuters.
Asimismo, el máximo responsable de la política monetaria de Japón sostuvo que no es necesario aumentar dichos estímulos monetarios, argumentando que el actual plan de relajación era suficiente para impulsar la inflación hacia el objetivo de la entidad.
"No hay necesidad de dar pasos adicionales. Lo que es importante es garantizar que nuestra política es sostenible, con la mirada puesta en el equilibrio entre los pros y los contras", añadió Kuroda.
El Banco de Japón introdujo tipos negativos en 2016, con una tasa a corto plazo del -0,1% y los tipos de interés a largo plazo en torno al 0% con el fin de estimular la inflación.
En este sentido, el gobernador de la institución reconoció en el Parlamento que "la posibilidad de que la inflación alcance el 2% en 2020 es pequeña", aunque apuntó que el crecimiento de los salarios y los precios "probablemente se acelerará" si la economía sigue en buena forma y la tasa de paro continúa en mínimos históricos.
En su última reunión, el Consejo de Política Monetaria del BoJ ha decidido mantener sin cambios su actual política monetaria, que incluye un tipo negativo a los depósitos y la adquisición de deuda pública, con el fin de lograr una inflación del 2%, objetivo que aún está lejos del alcance del instituto emisor nipón, que ha revisado a la baja sus pronósticos de crecimiento e inflación.
El máximo órgano de política monetaria del BoJ decidió por una mayoría de 7 votos contra 2 mantener una tasa de depósito del -0,1%, así como seguir adelante con sus compras de bonos por importe de 80 billones de yenes anuales (623.637 millones de euros) con el objetivo de limitar la rentabilidad de la deuda japonesa con vencimiento a diez años en torno al 0%.
Sin embargo, las nuevas previsiones del instituto emisor japonés alejaron la meta del objetivo de inflación, después de que la entidad revisara a la baja sus pronósticos para el actual ejercicio fiscal, que concluirá el próximo 31 de marzo, así como para los dos siguientes ejercicios.
De este modo, el Banco de Japón prevé que la tasa de inflación del país despedirá el ejercicio fiscal 2018 en el 0,9%, dos décimas menos de lo esperado en sus pronósticos del pasado mes de julio, mientras que confía que en el ejercicio 2019 alcance el 1,9%, frente al 2% anterior, y solo un año después, en el ejercicio fiscal 2020, se llegará al 2%, una décima menos que lo avanzado el pasado mes de julio.
Por otro lado, el banco central japonés también enfrió su previsión de crecimiento, que ahora sitúa en el 1,4% para el presente ejercicio, una décima menos de lo anticipado en julio, mientras que ha confirmado sus pronósticos para cada uno de los dos ejercicios siguientes en el 0,8%.