Algo está cambiando en la Reserva Federal (Fed) y en lo que la rodea. Tanto es así, que el mercado ya descuenta que en 2019 no correrá tanto con las subidas de los tipos de interés como el propio banco central de EEUU ha planteado hasta la fecha.
Por el momento, la hoja de ruta de la entidad presidida por Jerome Powell, que dentro de un mes ejecutará el cuarto incremento de los intereses de 2018, para llevarlos al 2,25-2,5%, contempla tres aumentos adicionales durante el próximo ejercicio. Es decir, el precio del dinero despediría 2019 en el 3-3,25%.
Pero al mercado le parece demasiado. Poco a poco, los expertos dan menos opciones a que la Fed se atreva con tres subidas. De hecho, 50 de los 69 expertos consultados por Thomson Reuters consideran que subirá los tipos menos de lo previsto. Y aún más. La herramienta de CME Group que otorga probabilidades a los futuros pasos de la Fed en función de los datos que recaba en el mercado, apenas concede ya un 12% de opciones a que el precio del dinero acabe 2019 en el 3-3,25% o por encima, cuando hace un mes las probabilidades rozaban el 30%.
UNA SECUENCIA RELEVANTE
Este progresivo cambio de escenario se apoya en una secuencia de acontecimientos que se ha acumulado en los últimos días. La semana pasada, en un acto en Dallas, Powell sonó más preocupado que semanas antes con respecto a los riesgos que acechan a la economía, un mensaje que el mercado ha interpretado como el principio de un cambio en la Fed.
Esta semana, varios datos han enviado señales preocupantes, principalmente en el campo inmobiliario. En noviembre, el índice de confianza de los constructores de vivienda en EEUU ha descendido hasta su nivel más bajo desde mediados de 2016. En concreto, el indicador de la Asociación Nacional de Constructores de Viviendas (NHAB) y Wells Fargo ha caído hasta los 60 puntos, por debajo de los 68 puntos del mes anterior y de los 67 previstos.
Y, por supuesto, las notables caídas de Wall Street evidencian una menor confianza con respecto al futuro ante la que la Fed difícilmente puede quedar impasible. Tras dejase un 5% en octubre, en el que fue su peor mes desde enero de 2016, el Dow Jones cede otro 2% en noviembre.
Adicionalmente, la corrección del petróleo restará fuerza a las presiones inflacionistas. El barril WTI, de referencia en EEUU, cotiza a 54 dólares, cuando llevaba meses moviéndose incluso en los 70 dólares.
Esta secuencia ya ha dejado su huella en los mercados. El euro, que hace una semana llegó a caer por debajo de los 1,13 dólares, ha vuelto a los 1,14 dólares. Y la rentabilidad de los bonos estadounidenses a 10 años, que hasta hace una semana se movía por encima del 3,20%, ha retrocedido hasta el 3,08%.
AL MARGEN DE TRUMP
Si las estádisticas siguen avalando la tesis del enfriamiento de la actividad económica, Powell tendrá que pisar el freno. Y tendrá que ir deslizándolo con precisión para dejar claro que sus nuevas intenciones responden puramente a las perspectivas económicas y no a los deseos del presidente de EEUU, Donald Trump, que lleva meses reclamando a la Fed que reduzca el ritmo al que está subiendo los intereses. Incluso denunció que la Reserva Federal se había "vuelto loca" con el encarecimiento del precio del dinero.
Este ambiente eleva la expectación ante la última reunión de política monetaria del año, que se celebrará los días 18 y 19 de diciembre. Además del esperado cuarto repunte de los tipos de 2018, la atención se centrará en comprobar si la Fed sigue adelante con su previsión de elevar los intereses tres veces el próximo año o si, por el contrario, enfría esa posibilidad y se decanta por dos aumentos.