La secuencia de acontecimientos encaja con lo previsto. Desde el primer minuto se supo que la primera ministra británica, Theresa May, iba a tener sumamente difícil arrancar de la Cámara de los Comunes el apoyo al pacto para el Brexit que acordó con Bruselas a mediados de noviembre. Pero ni siquiera este convencimiento, confirmado ya por la realidad, aplaca los temores a que al final ocurra lo que, en principio, nadie quería: un 'Brexit duro', sin acuerdo entre las dos partes y por tanto propicio para el caos comercial, laboral y económico, a partir del 29 de marzo de 2019, la fecha marcada para el divorcio con Europa.
La débil posición de May ha quedado evidente este lunes. Consciente de la inapelable derrota que iba a sufrir, ha pospuesto la votación que el Parlamento británico iba a realizar sobre el acuerdo alcanzado con Europa. Confía en ganar un tiempo que evite una ruptura desordenada con Europa, esa sobre la que el propio Banco de Inglaterra ha advertido de que traería un considerable impacto en la economía británica. Pero ni por esas.
Y esta realidad golpea con dureza a la libra esterlina. Se deja un 1,2% contra el dólar y cae hasta los 1,257 dólares, aunque durante el día ha llegado a depreciarse hasta los 1,251 dólares, su cambio más bajo desde abril de 2017. Contra el euro se deja un 1,1%, hasta los 1,105 euros, su mínimo desde agosto.