"Creemos que los factores que podrían sustentar un mejor rating para Repsol se están afianzando", señala S&P en referencia a la diversificación efectiva, la mayor eficiencia y los beneficios de la integración, así como a la mejora de las métricas crediticias. La calificadora destaca el enfoque de la compañía hacia la reducción de su endeudamiento desde la adquisición de Talisman en 2015, incluyendo la desinversión de activos no estratégicos.
En este sentido, S&P señala que la venta de su participación en Naturgy, por unos 4.000 millones de euros, ha permitido a Repsol acelerar este proceso, aunque solo de manera temporal, ya que los fondos se emplearán en parte en financiar el crecimiento de la empresa en el sector de gas y electricidad. Asimismo, la agencia anticipa que el incremento del dividendo y de las recompras de acciones propias ralentizará el ritmo de reducción de la deuda, que rondará los 9.000 millones de euros para finales de 2020.
Por otro lado, a pesar de la venta de activos acometida por Repsol en los en el negocio de exploración y producción ('upstream'), su negocio estratégico en refino y marketing ('dowstream') y la diversificación adicional en operaciones de bajas emisiones "podrían allanar el camino hacia un futuro más estable".
"En resumen, vemos una evolución positiva del perfil de negocio del grupo", destaca S&P, que se plantearía subir el rating de Repsol a 'BBB+' en los próximos doce meses si la compañía "se ciñe a sus planes de inversión de capital (capex) y no incrementa materialmente las distribuciones a sus accionistas".
Además, la agencia considera que su previsión de cambios en el negocio, tanto en términos de enfoque continuado en el valor en el negocio de 'upstream', pero también en la eficiencia y la diversificación en 'downstream', "podría ser compatible con una mejora" si va acompañada con una relación de los fondos por operaciones y la deuda por encima del 50% durante el ciclo.