El regulador da este paso después de que elevara en septiembre pasado por primera vez en casi cuatro años la tasa básica en otro cuarto de punto.
Desde que la subiera en diciembre de 2014 del 10,5% al 17% en medio de un desplome histórico del rublo, el BCR había ido bajando gradualmente los tipos hasta llegar al 7,25% a finales de marzo, una cifra inusualmente baja en la historia de la Rusia contemporánea.
La actual subida responde a la necesidad de mantener la inflación, que subió en diciembre al 3,9%, por debajo del umbral del 4% fijado por el BCR.
El anhelo del BCR es mantener el tipo de interés en el entorno del 7%, para animar el crédito y facilitar el acceso de los ciudadanos a las hipotecas, pero la condición es que la inflación no supere el 4% anual, algo que se consiguió el año pasado por primera vez desde la caída de la Unión Soviética.
La responsable del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiúlina indicó en rueda de prensa tras la reunión del consejo de directores que entre marzo y abril del próximo año la tasa de inflación incluso podría alcanzar el 6%.
El organismo regulador augura, sin embargo, que el dato de inflación empezará a mejorar a partir de la segunda mitad del año que viene para volver al 4% en la primera mitad de 2020.
El pronóstico de la inflación para este año es de un 4%, lo que implicaría estar dentro de la horquilla fijada de entre el 3,9% y el 4,2% para 2018.
No obstante, el BCR prevé que los precios al consumo aumentarán en los primeros seis meses de 2019 y que termine el próximo ejercicio en entre un 5% y un 5,5%.
Según Nabiúlina, el impacto del debilitamiento del rublo en la inflación en 2018 fue en torno a nueve décimas en términos anuales.
Pese a todo ello, el BCR mantuvo este viernes sus previsiones de crecimiento del PIB ruso en entre el 1,5% y 2%.