La fragilidad de la economía global sigue preocupando a inversores y analistas. Benjamin Melman, director global de inversiones de la gestora de Edmond de Rothschild, considera ha llegado el momento de dejar de acumular posiciones en renta variable. “No vemos grandes oportunidades porque el ciclo de la inversión en acciones está terminando”, concluye el experto.
El responsable de Edmond de Rothschild justifica su opinión en el hecho de que “los márgenes de beneficio se están contrayendo y, actualmente, el riesgo de recesión está aumentando”. En este escenario, su apuesta por las bolsas no pasa más allá de “tener una pequeña porción de acciones” en cartera y, fundamentalmente, “empresas que repartan dividendos estables”, aconseja.
Si hay que escoger por geografías, Melman prefiere Europa frente a EEUU, porque el Viejo Continente “ha evolucionado muy por debajo del mercado, ha habido caídas del sector financiero y ya han descontado muchas malas noticias”. A consecuencia de todo esto, comenta que “tienen más recorrido para un rebote” que las cotizadas de Wall Street.
Por lo que se refiere a la renta fija, el experto descarta los bonos soberanos europeos y de países desarrollados porque “los diferenciales de rentabilidad se han ajustado mucho, de modo que no existe la noción de periferia y centro”. Ve más oportunidades en los títulos estadounidenses, pero sobre todo en deuda emergente y deuda subordinada europea. Sobre esta última destaca que, “a pesar de que los valores bancarios están muy difíciles para los inversores de renta variable, para los inversores de renta fija las métricas están mejorando”, en alusión a una morosidad a la baja y unas ratios de capital al alza.