El coronavirus ha infectado a las bolsas mundiales sin que por ahora se encuentre una vacuna que las inmunice. En los últimos 30 días el Ibex 35 se ha dejado un 34,3%, el Dow Jones un 33,8% y el S&P 500 un 31%. Cifras que dan una idea del pánico instalado entre los inversores que no ven ninguna alternativa sólida en la que refugiarse.
Ya no hablamos sólo de renta variable, los bonos del tesoro también han sufrido y el tradicional refugio -el oro- está de capa caída. Todo ello pese a que los bancos centrales llevan semanas garantizando liquidez a los mercados.
Prueba de ello es la última medida de la Reserva Federal (Fed): compras de deuda sin límites de importe y tiempo en varios activos de renta fija. Una medida insólita hasta la fecha en las decisiones de la institución. ¿Otra prueba? Los 750.000 millones de euros en activos que comprará el Banco Central Europeo de aquí a final de año para que el dinero fluya por el sistema.
Piden respuestas
Sin embargo, no es suficiente. Nada vale a unos mercados ávidos de una noticia de esperanza. Los números rojos siguen instalados en el mercado ‘infligiendo’ dolor a los pequeños accionistas. Pero, ¿por qué nada les calma?
La respuesta es sencilla. Al igual que el resto de la población, lo que están esperando los inversores es conocer cuál va a ser el alcance real de la pandemia del coronavirus. Máxime después de que en los últimos días se haya acelerado el confinamiento de la población alrededor del mundo. Ahora mismo algo más de 1.000 millones están en sus casas, lo que está haciendo que “la actividad económica se paralice”, tal y como destacan desde Singular Bank.
Existen dudas sobre cuál va a ser la magnitud de la crisis económica a la que nos vamos a enfrentar. Aunque aún es pronto, en España S&P decía la pasada semana que el 2020 cerrará con una caída del PIB del 1,8%.
En Estados Unidos, el gran motor del mundo, el presidente de la Fed de Nueva York, James Bullard decía este domingo que sus estimaciones hablan de una caída del PIB en un 50% y una tasa de paro que puede llegar al 30% en el segundo trimestre del año. Todo por la falta de actividad en el país por el coronavirus. Es decir, algo mucho peor que la Gran Depresión, cuando el desempleo alcanzó el 25%.
Fases de la epidemia
Quizá las cifras sean dramáticas -o quizá no tanto- pero lo que está claro, como dicen desde Credit Suisse, es que el mundo “se enfrentará a una recesión global” durante el próximo trimestre del año.
Eso es, exactamente, lo que inquieta a los inversores. Sobre todo porque en este momento resulta impensable saber cuánto va a durar esa recesión. Por tanto, las noticias que están esperando tienen que venir desde el ámbito sanitario, algo que todavía tardará meses en llegar.
Hablamos de la fase más deseada por todas las farmacéuticas, pero también la más dura de todas. Y ésta es plenamente médica y aterradora:
JP Morgan está trabajando con esta dantesca previsión. Esta tabla habla de casi medio millón de fallecidos en EEUU y 96 millones de personas infectadas con necesidades de hospitalización. Pero es que otros estudios mucho más conservadores como los de la Asociación Americana de Hospitales calculan que habrá 19 estadounidenses peleando por cada cama disponible.
Y EEUU no esta solo en esta lucha, países como Reino Unido lo tienen francamente muy duro a la vista del siguiente gráfico:
Aquí podemos ver la curva esperada de infectados para Reino Unido según la política de confinamiento que se realice, siendo la más pronunciada no hacer nada y la menor la que actualmente tenemos en España. Hay dos malas noticias en este gráfico: la primera de ellas es la línea discontinua que delimita su capacidad de camas de UCI y la segunda es un aviso para todos. Observe la extensión temporal de la curva en la situación en la que nos encontramos. Es altamente probable que la población española esté dos meses encerrados en nuestras casas como lo ha estado la china para ganar la batalla al coronavirus.
Con estas previsiones encima de la mesa hay que entender que nos encontramos en una situación sin precedentes, en donde buscar el suelo del mercado resulta una misión imposible. Esto va para largo, o por lo menos eso es lo que piensan en Bridgewater. El mundo se para unos meses, pero sus efectos van a durar mucho tiempo.
En este gráfico podemos ver como pronostican una desaparición rápida y gradual de los dividendos de las cotizadas hasta alcanzar casi la mitad en el 2022, un 2023 plano sin incrementar dividendos y a partir de entonces, una lenta salida del pozo que nos tomará sus años para volver a alcanzar los niveles de pagos de dividendos de hace tan solo un mes.
Es importante no confundir la evolución esperada de los dividendos con la recuperación de los precios de las acciones. No obstante, si los dividendos son repartos de beneficios de una empresa, podemos hacernos una idea de la situación tan catastrófica que descuentan en Bridgewater.
Quizás por eso el mercado no es capaz de retomar el latido por si solo tras la desfibrilación recibida por parte de la Fed. Lo importante será que tengamos la salud suficiente como para poder ver cómo reacciona en las próximas semanas.
Posiblemente, la Fed se ha quedado sin cartuchos y además hay un hecho que no podemos dejar de escapar: el oro puede estar diciéndonos eso puesto que ha sido el único activo que hoy ha explotado al alza y no ha devuelto sus ganancias tras la descarga eléctrica de las palas de la Fed. Esto no es un síntoma precisamente positivo.