Ayer vimos cómo corrían por las redes sociales a modo de protesta por el malestar de los pasajeros de un vuelo entre Madrid y Gran Canaria ya que consideraban que no se estaban cumpliendo los requisitos exigidos por ley en cuanto a la distancia entre los asientos ocupados del avión y por la cantidad de personas que viajaban a bordo.
La compañía ya ha dicho que cumple con los protocolos, y que se exige la obligatoriedad de utilizar mascarillas. No sólo eso, es que como ya ha dicho algún fabricante como Airbus, los sistemas empleados por los aviones no exigen la puesta en marcha de otros protocolos pues el aire se renueva constantemente. Es decir, que el riesgo de contagio es bajo.
Este hecho, unido a las intenciones del primer ministro británico, Boris Johnson de tomar la temperatura a todo pasajero que llegue a Reino Unido por vía aérea y ponerlo en cuarentena obligatoria, está haciendo mucho daño en la compañía británica-española. Además, por si fuera poco Avianca, la segunda aerolínea más grande de Latinoamérica se ha declarado en bancarrota.
Este lunes la compañía ha confirmado además que tendrá que revisar sus planes para reanudar los vuelos en julio si Gran Bretaña introduce una cuarentena de 14 días para todos aquellos viajeros que lleguen a Reino Unido procedentes de otros países
En estos momentos sus acciones se colocan en los 2,11 euros y cotizan a un céntimo de los mínimos que vimos en el momento que más pánico bursátil había el pasado 19 de marzo.
Por el camino, tal y como podemos ver en el gráfico, un viaje de ida y vuelta a los 3 euros, lo que implica que la revalorización desde los mínimos de marzo fue del 42,85% para luego corregir un 70,33%. Un autentico tobogán en las cotizaciones que bien refleja el pensamiento de los inversores de que habrá más problemas por el camino.
Es lógico pensar que esta pandemia va a provocar ciertos cambios de comportamiento y directrices de seguridad a la hora de coger vuelos de la misma manera que lo hicieron los ataques del 11-S. Sin embargo, esta vez está en juego el número de plazas de viajeros por vuelo lo que sin duda sería un torpedo a la línea de flotación de los resultados de las compañías aéreas.
Así que a corto plazo no parece que el camino de la cotización que esté precisamente de rosas sino más bien de zarzas.
La semana pasada terminó dejándose un 11,76% y desde que ha comenzado el año se deja un 68,84%. En algún momento tendrá que hacer suelo definitivo, pero los números que presenta IAG ponen de relieve el negro panorama que tenemos por delante. Hecho que tampoco ha dejado pasar el logaritmo que publico todas las mañana y que lleva en posición corta desde el pasado 6 de febrero.
Así que lo mejor que podemos hacer es esperar y dejar correr la sesión de hoy y no dejarse caer en la tentación de comprar porque baja mucho.