La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lleva meses insistiendo en la necesidad de que las gestoras de fondos refuercen sus mecanismos de liquidez. Una precaución clave ante lo que pueda estar por venir en la crisis del coronavirus y en la que el swing pricing se perfila como opción preferente para la industria. ¿Qué implica esta herramienta para el partícipe?
Tanto desde el sector de la gestión de activos como desde el propio supervisor se insiste en que, sobre todo, la introducción de este mecanismo se traduce en seguridad para el inversor de un fondo en el que se aplica. Sin embargo, también implica castigo para aquellos que se dejen llevar por los extremos de euforia y pánico -tan habituales en los últimos meses- en sus decisiones de suscripción o reembolso.
Aunque el swing pricing es solo una de las fórmulas para asegurar liquidez en los fondos de inversión, desde la industria señalan que es una de las que cuenta con resultados más satisfactorios para la preservación de una correcta liquidez además de una mayor trayectoria. En este sentido, varios gestores comentan que esta técnica ya se venía aplicando “de manera informal” en varios vehículos desde hace tiempo.
Listo para activarse
No obstante, esta herramienta únicamente entraba en juego para operaciones significativas protagonizadas por inversores institucionales. Ahora, a consecuencia de la reciente insistencia del supervisor, el swing pricing promete generalizarse y extenderse también hacia los partícipes más modestos. La señal de que el cambio está en marcha la ha dado Bestinver, que ha introducido esta fórmula para la gestión de órdenes de suscripción y reembolso en el folleto de cuatro de sus fondos de renta fija.
Desde fuentes cercanas a la firma aseguran que “es muy difícil” que este mecanismo tenga que activarse a corto plazo, pero con este movimiento el ungüento para preservar liquidez queda disponible por si esta crisis del Covid-19 llegase a provocar heridas. Actualmente, hay multitud de gestoras internacionales que tienen previsto este mecanismo de defensa en varios de sus fondos, especialmente en aquellos que ofrecen unas comisiones más bajas a sus partícipes.
En este último grupo se encuentran algunos de ‘ultrabajo’ coste de Vanguard, pero otras reconocidas gestoras a ambas orillas del Atlántico como Degroof Petercam, Schroders, Edmond de Rothschild, Groupama y Lazard cuentan con esta herramienta. Una situación que, además, repercute en los fondos de fondos con participación en estos vehículos.
Un ejemplo de esta circunstancia se encuentra sin salir del ecosistema español de fondos de inversión. El roboadvisor Indexa Capital invierte en varios vehículos de Vanguard que cuentan con esta herramienta de protección. El cofundador y co-consejero delegado de la firma, Unai Ansejo, explica que, de hecho, se trata de “un mecanismo beneficioso para nuestro modelo de gestión”.
Costes frente al pánico
Entre las razones que da para esta afirmación están varios argumentos compartidos por una amplísima mayoría de la industria española. En primer lugar, el foco en inversores a largo plazo, para lo que conviene recordar que el grueso de los fondos españoles recomiendan periodos de inversión de entre tres y cinco años como mínimo.
Después, Ansejo explica que este swing pricing contribuye a reforzar su mensaje de “no vender en momento de caídas y de salidas masivas de los fondos y no comprar más después de subidas con entradas masivas”.
Esta explicación se entiende por el funcionamiento mismo de esta herramienta, cuya traducción al español podría ser ‘precio oscilante’. Los costes que conlleva la inversión del dinero que entra en un fondo o que acarrean las desinversiones aparejadas a una orden de reembolso dejan de incidir sobre el conjunto de los partícipes del mismo -aunque puedan amortiguarse gracias al establecimiento de comisiones específicas- y se asumen por los que cada día mueven su cartera.
Con pequeñas diferencias técnicas, este sistema consiste en que en un día en el que los reembolsos son mayoría, el valor liquidativo a percibir por los que se retiran del fondo se reduce en función de un factor de precio predeterminado y público. Al contrario, si las suscripciones son más, el valor liquidativo de entrada se eleva con base en este factor. Eso sí, el cambio puede producirse siempre o a partir de ciertos volúmenes de negociación.
El consejo del asesor
En este último caso, estos umbrales no suelen ser públicos para evitar así el arbitraje de los inversores institucionales, que podrían repartir sus compraventas para zafarse de esta penalización. Aquí, el consejo de los asesores financieros consultados por Invertia es doble: no dejarse llevar por la corriente dominante del mercado en días de mucha volatilidad y calcular siempre cuál podría ser el coste añadido a asumir con base en el factor de precio y el último valor liquidativo del fondo.
La posibilidad de que el partícipe pueda tomar decisiones de inversión en todo momento y asuma a través de este incremento o recorte de precio el coste de su decisión es lo que hace que esta herramienta se perfile como la favorita de la industria. Y es que los que permanecen fieles a su gestor no sufren más que los vaivenes de precio de sus participaciones sin penalizaciones añadidas.
Más atractivo que el preaviso
En sentido contrario, la posibilidad de introducir un periodo de preaviso parece menos atractiva. Esta herramienta, recientemente establecida por la CNMV, supone una carga añadida de trabajo para los administradores de los fondos además de arrojar una imagen de menor liquidez instantánea.
Además, aunque este mecanismo no es incompatible con la fijación del ‘swing pricing’, por sí solo no libra a los partícipes que aguantan posiciones de afrontar los costes que puede conllevar la entrada o salida de sus compañeros de inversión.