Malos tiempos los que está pasando Repsol en las últimas semanas en la medida que la acción no es capaz de aguantarse por encima de los 8 euros. Y lo que parece más preocupante es que se acerca la campaña de resultados del segundo trimestre, en donde conoceremos el daño real que ha provocado el coronavirus y el obligado confinamiento a que se ha sometido medio Planeta.
De hecho, al cierre de la sesión de este martes Repsol mandaba un avance a la CNMV de algunas de las variables que conoceremos oficial y definitivamente el próximo 23 de julio y que vienen un poco a justificar el freno de mano que ha echado el precio de las acciones en el proceso de recuperación de precios desde los mínimos de marzo.
Así que tocará seguir sufriendo al ver que el precio de las acciones no puede colocarse por encima de 8 euros, aunque realmente lo importante está en que no acabemos viendo cotizaciones por debajo de los 7,63 euros.
Ahí es donde verdaderamente se encenderían todas las alarmas puesto que se pondría claramente en entredicho la pauta de mínimos crecientes que presenta el valor desde el inicio de la reacción alcista en el pasado mes de marzo.
La volatilidad baja de la acción junto con el poco volumen de contratación de las últimas sesiones dan a pensar que tendremos algún tipo de movimiento brusco o al alza, si somos capaces de romper por la parte superior el actual rango de precios entre los 8,13 y los 7,63 euros o por el contrario a la baja si acabamos viendo como se pierden los 7,63 euros.
Ante este escenario correctivo, lo más probable sería acabar viendo un testeo a la zona de los 6,85 euros para intentar desde ahí otro rebote para llegar con más fuerza a los 8 euros.
También habrá que tener el cuenta que el 23 de julio, fecha en la que Repsol publicará los resultados de su segundo trimestre del año, se nos echa poco a poco encima y no se esperan precisamente buenos aunque nunca hay que menospreciar el talento de los auditores de la empresa por pintar un buen y hermoso cuadro.