El mundo ha cambiado. Se ha hecho más grande y, a la vez, más pequeño. Han entrado en acción nuevos jugadores y algunos de ellos han reescrito las reglas que hasta ahora todos conocíamos. Los bancos centrales, siempre poderosos, han adquirido un protagonismo inimaginable.
Nuevos países, nuevas normas del juego, nuevas medidas, nuevos problemas. También las herramientas que teníamos para observar el mundo -y analizarlo- han evolucionado.
Siendo así, ¿creemos que podemos seguir aplicando las mismas reglas de la inversión? Creemos que no. Las numerosas intervenciones de las autoridades monetarias desde que comenzó la crisis financiera nos obligan a hacer algunas reflexiones. Bien es cierto que fueron (y son) necesarias para evitar un escenario económico pintado con un color muy oscuro, y las medidas de estímulo sin precedentes se convirtieron en un factor de apoyo indispensable para los mercados.
La cuestión es que se están extendiendo tanto en el tiempo, que ya muchos ni recuerdan cómo eran las cosas antes de los “tipos 0”. En este contexto, ¿se mueven los inversores por los mismos impulsos? ¿Los activos valen lo que valen? ¿Qué influye en el comportamiento de las bolsas? ¿Cómo lidiarán las autoridades monetarias en el futuro con los efectos de unos mercados inundados de liquidez y unos balances desmesurados?
Siempre ha sido complicado hacer ciertas predicciones sobre el devenir de la economía y de los mercados, pero en los últimos tiempos hay tantas incógnitas que parece más sencillo conseguir que florezca un rosal en medio del desierto.
Hoy, más que nunca, tomamos conciencia de cuántos factores hay que escapan a nuestro control: evaluar correctamente en qué parte del ciclo nos encontramos, esperar que los mercados reaccionen de la manera en la que creemos que lo van a hacer o, incluso, saber cuáles serán las próximas decisiones políticas.
Cambios en la manera de vivir
Por este motivo, pensamos que hoy ya no se puede seguir invirtiendo de la manera tradicional. Ya no se puede partir de la clásica asignación de activos, por estilos de gestión, por áreas geográficas, por sectores… Las nuevas reglas del juego se llaman megatendencias. Muchas son las definiciones que se hacen de las mismas, aunque en casi todas subyace la convicción de que son temáticas con altas posibilidades de experimentar un amplio desarrollo y que tienen un denominador común: su capacidad para generar cambios profundos y permanentes en la sociedad.
Cambios en nuestra manera de vivir y de trabajar, cambios en la manera de enfocar y gestionar los negocios, cambios en la manera de entender la economía. Por todo lo anterior, es más que probable que estas temáticas se conviertan en los nuevos motores de crecimiento económico y que tengan un impacto irreversible y permanente tanto en la economía como en la sociedad en el largo plazo.
Ni mucho menos la pandemia que tristemente nos ha tocado vivir ha sido el origen de las megatendencias. Ya llegaban mucho tiempo con nosotros. Pero, sin duda, algunas de ellas se han acelerado, transformándose en cambios de comportamiento mucho más inmediatos.
La crisis sanitaria nos ha obligado a adaptarnos de la noche a la mañana, en unas pocas horas, en muchos aspectos. Ya no compramos como comprábamos, nuestros hijos no estudian de la misma manera; ya no nos relacionamos cómo lo hacíamos antes, nuestro ocio ha cambiado de forma radical, probablemente ya no trabajaremos nunca como lo hacíamos hace unos meses…. Y todo esto tiene, sin duda alguna, su impacto en los negocios: unos sobrevivirán, pero posiblemente sean irreconocibles, otros desaparecerán definitivamente y otros nuevos nacerán.
¿Qué ventajas aportan las megatendencias a nuestra manera de invertir? Para empezar, nos permite eliminar varios factores de análisis: no hay apuestas geográficas, no hay que decantarse por un estilo de inversión, no hay que decidir si invertir en grandes o en pequeñas compañías…. Solo hay que acertar a la hora de detectar las tendencias que serán las ganadoras del mañana.
Tan fácil y tan difícil a la vez. ¿Será la robótica, la inteligencia artificial, los avances en la medicina, la creación de un nuevo modelo de ciudad, el reto demográfico, los nuevos hábitos de consumo, la ciberseguridad, la adaptación para el cuidado del medio ambiente…? ¿Todas ellas, alguna…?
Observemos el nuevo mundo. Solo entendiéndolo podremos aventurarnos a dar una respuesta a la pregunta anterior.
*** Victoria Torre es responsable de Producto y Análisis y Selección de fondos.