La evolución de las acciones de Repsol desde que comenzase el verano deja mucho que desear. El valor se ha movido desde los máximos del pasado 8 de junio en los 9,504 euros hasta los mínimos intradiarios que ha dejado hoy justo por debajo de los niveles de cierre de marzo.
Y si bien todavía no hemos perdido los mínimos intradiarios de entonces, pues se marcaron en los 5,584 euros, perder este nivel implicaría un escenario de continuidad correctiva en búsqueda de soportes más fuertes tras una salida de órdenes de venta por stop de protección de muchos inversores que están comprado hoy y por los inversores que no quieren quedarse atrapados en este valor.
Así que esta es una sesión importante para la petrolera española porque se juega continuar con el viaje a la baja de no conseguir girar su sentido del precio en lo que resta de semana.
No obstante, que se salve ahora tampoco servirá de mucho si la acción no es capaz de colocarse por encima de la directriz bajista que se obtiene uniendo los máximos decrecientes desde el inicio de este verano y que ahora pasa por los 6,29 euros.
Solo con cierres sostenidos por encima de esos 6,29 euros podremos alejar el fantasma de una mayor corrección provocada por la avalancha de órdenes de venta que saldrían al marcar nuevos mínimos anuales.
De hecho, habría que ir a buscar niveles de precios no vistos desde hace más de 11 años, cuando el Repsol en gráfico ajustado por operaciones financieras marcó en marzo de 2009 los 5,30 euros.
No obstante, el problema sería mucho más grave de perder ese nivel porque se abriría un escenario en el que podríamos inclusive ver los mínimos de octubre de 2002 en los 4,13 euros aunque realmente hay soportes intermedios importantes.
A pesar de ello, esto de momento es escribir por no callar puesto que ni hemos marcado nuevos mínimos anuales todaví ni mucho menos hemos perdido el siguiente gran soporte de los 5,30 euros.
Además, el valor presenta una divergencia alcista por oscilador que podría ser la señal de giro alcista por lo que es mejor no adelantarse a ningún acontecimiento.