El golpe del coronavirus sobre la economía es cada vez más profundo, pero en plena pandemia los españoles estuvieron lejos de amedrentarse. La inversión directa de las familias alcanzó los 11.980 millones de euros en el segundo trimestre del año, coincidiendo con el confinamiento más severo. Un volumen tan abultado como no se había visto en los últimos ocho ejercicios precedentes.
Los hogares españoles no dedicaban tantos ahorros en un segundo trimestre del año a la inversión directa en acciones y títulos de deuda desde el año 2012. Entonces, la cifra alcanzó los 13.166 millones de euros, pero es que en el mismo periodo de 2019 se produjeron desinversiones netas por 6.295 millones en este segmento.
Así lo recogen los datos del estudio sobre ahorros financieros de las familias españolas difundido por Inverco con base en cifras recopiladas por el Banco de España. Y el salto que se produjo durante el grueso de vigencia del estado de alarma en el país es aún más significativo si se tiene en cuenta que también hubo números negativos entre abril y junio de 2018, 2017, 2015, 2014 y 2013.
La bolsa manda
Dicho de otra manera, con lo ocurrido en este atípico 2020 del coronavirus, solo cinco años han registrado flujos netos de inversión directa en el segundo trimestre del año a lo largo de la última década. La suma de los números positivos de estos ejercicios arroja una inversión de 52.827 millones, mientras que las retiradas de los restantes años deja una salida de 68.559 millones.
Entre los dos componentes fundamentales de esta partida de inversión, el grueso se lo lleva la renta variable, con 9.640 millones de nueva inversión en el periodo analizado. Dentro de esta, todo el protagonismo es para títulos cotizados, pues aglutinan flujos por 10.130 millones de euros frente a los 491 millones retirados de posiciones no cotizadas. En el caso de la renta fija, las familias españolas dedicaron 2.940 millones de euros a la compra de letras, bonos, pagarés y demás títulos de deuda.
Estos números concuerdan con el incremento de clientes que muchos brókeres notificaron en lo más duro de la pandemia en España. Algunos movidos por la búsqueda de unos ingresos extraordinarios descontando el panorama que se avecinaba sobre la economía, otros por tener más tiempo para lanzarse a unos mercados que hacía tiempo que les llamaban la atención, lo cierto es que hasta el supervisor europeo se hizo eco de este aluvión de inversores novatos.
Los analistas también atribuyen este comportamiento a la recuperación que la renta variable se apuntó en la recta final del segundo trimestre del año. Un buen reclamo a tenor de la progresiva introducción de medidas de desescalada que auguraban una recuperación más sólida de lo que ahora ya permiten pensar los múltiples rebrotes y vueltas al confinamiento de muchos municipios y regiones en todo el mundo.
A refugio
Las familias españolas no metían tanto dinero directamente en bolsa desde el año 2016, según las cifras difundidas por Inverco. En el caso de la renta fija, hay que retroceder hasta 2011 para ver unos volúmenes tan abultados como los de este ejercicio. Aquí la justificación se encuentra en la búsqueda de seguridad al amparo de los abultadísimos programas de compra diseñados por los grandes bancos centrales.
Esta búsqueda de refugio se confirma con los números que arroja la partida de depósitos y efectivo, que ascendió hasta un récord de 46.662 millones de euros en la serie histórica aportada por la patronal del sector de la inversión. La cifra más cercana en un segundo trimestre se registró en 2008, en pleno estallido de la crisis financiera, cuando se alcanzaron 40.774 millones de euros.
Aquí, la magnitud de la cifra sorprende menos, pues las estadísticas mensuales del Banco de España para depósitos bancarios llevaban tiempo registrando un máximo histórico tras otro. A pesar de que este producto de ahorro ofrece una rentabilidad prácticamente nula, su limitadísimo riesgo hace que siga siendo el destino preferente de ahorro de los españoles, especialmente de aquellos de perfil más conservador.
Sí que llama la atención de los economistas que los números récord en depósitos y liquidez hayan coincidido con máximos de casi una década en inversión directa. El dinero bajo el colchón junto con una modalidad de inversión que de primeras implica un mayor riesgo que hacerlo a través de las posiciones diversificadas que puede aportar un fondo o un plan de pensiones.
Fondos a la zaga
En este punto, el pobre desempeño de la industria de la gestión patrimonial frente a unos mercados con una volatilidad desatada y escasa visibilidad sobre el impacto real y definitivo de la pandemia explicaría este vuelco hacia la inversión directa, según fuentes consultadas. También la necesidad que algunos hogares habrían tenido de disponer de parte de sus ahorros invertidos para capear ciertas necesidades sobrevenidas por la situación económica, sanitaria y social.
Así se puede entender que de los planes de pensiones salieran 830 millones de euros a lo largo del segundo trimestre del año. El mismo periodo en el cual el PIB cayó como nunca antes desde la Guerra Civil.
Mientras tanto, las cifras difundidas por Inverco solo recogen la entrada de 5.154 millones de euros en fondos de inversión. Un número que, con excepción del ejercicio pasado -cuando el segundo trimestre solo aportó 1.287 millones de euros al sector-, se quedó a menos de la mitad de los números registrados en el mismo periodo en los años 2017 y 2018.