El pasado lunes 9 de noviembre, las acciones de Pfizer subieron desde los 36,40 dólares hasta los 41,99 a consecuencia de la noticia de los avances dentro de la fase III de la vacuna contra la Covid-19 que está desarrollando y sobre todo por mostrar una efectividad del 90%.
El CEO de la compañía, Albert Bourla, ponía en su cuenta de Twitter que hoy (por el lunes) era un día para la ciencia y para la humanidad mientras que vendía en bolsa el 62% del paquete de acciones que tenía de la compañía casi en los máximos de la sesión aprovechando la euforia.
Y como le obliga la ley dictada por el regulador del mercado estadounidense, al día siguiente lo notificaba a través del formulario 4 a lo que sería la CNMV aquí en España: la Securities and Exchange Commission (SEC).
De esta manera, Albert Bourla se desprendía de 132.508 acciones de Pfizer por valor de más de 5,5 millones de dólares justo el día que se hacía pública la noticia de los grandes avances de Pfizer con su vacuna.
Inmediatamente todos los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia y comenzaban a elucubrar qué podría haber detrás de esta decisión. Si tan importantes son los avances de la vacuna por qué vender acciones justo cuando se hace pública la noticia.
Decisión programada y comunicada
Lo primero que debemos tener en cuenta es que la regulación estadounidense se toma muy en serio el tema de la información privilegiada. Una de las normas que imponen a la alta dirección de una empresa cotizada, además de la obligatoriedad de informar de las operaciones como máximo 48 horas después de realizarlas, es el que deben ser programadas, es decir, se deben plasmar también de antemano en un documento que no se hace público pero que sí se notifica a la SEC (Form 10b5-1).
Es una manera de evitar las sospecha de uso de información privilegiada o similar de la alta dirección.
En este caso, este plan de venta de acciones se plasmó en ese modelo el pasado 19 de agosto y por lo tanto era aparentemente demasiado pronto para saber el buen camino que han recorrido desde entonces los estudios de la vacuna de la empresa.
De esta manera, podemos concluir que la venta de las acciones justo el día de la noticia ha sido realmente un hecho de mera coincidencia, puesto que era una orden de venta colocada desde el pasado 19 de agosto al precio de 41,94 dólares y debidamente plasmada en el formulario 10b5-1.
De hecho, si el pasado lunes 9 de noviembre en lugar de haber alcanzado el precio de las acciones los 41,99 dólares hubiesen sido los 41,93 dólares, no hubiese habido noticia porque la acción ha estado bajando desde entonces.
Otra cosa muy distinta es la acusación de Donald Trump o la suspicacia que pueda surgir sobre si la empresa ha retenido la buena noticia de sus avances hasta después de las elecciones con el fin de no favorecer a la reelección del presidente Trump.
De hecho, el 19 de agosto tampoco está muy lejos en el calendario como para poder calcular hasta dónde podría llegar la acción ante una noticia de este calado tras las elecciones.
El cálculo le ha salido perfecto, puesto que Bourla ha vendido casi en máximos anuales, pero el riesgo de retener la noticia para hacerla público tras las elecciones cuando se está corriendo una carrera mundial para ver quien es la primera empresa que crea una vacuna efectiva (si despreciamos la vacuna de Rusia) es demasiado arriesgado.
Así que vamos a pensar que lo ocurrido es pura coincidencia.