Llega la hora de la verdad para Repsol. Su nuevo plan estratégico ve la luz este jueves en medio de una pandemia, con un mercado agitado y una imparable transición energética en marcha. La energética se enfrenta a su nueva puesta de largo con un potencial alcista del 12% en bolsa y un petróleo un 36% más barato que la última vez que recalculó su hoja de ruta.

El escenario en el que Repsol presenta sus guías para llegar hasta 2025 tiene muchas similitudes con el que regía en octubre de 2015. Fue entonces cuando dio a conocer el plan estratégico que este año expira. El barril de petróleo Brent cotizaba en el entorno de los 43 dólares que vuelven a marcar su gráfica y las agencias de rating también tenían las tijeras listas para repartir recortes de calificación a diestro y siniestro.

Aunque bien es cierto que los motivos de fondo son muy diferentes, las semejanzas son muchas más que las que se pueden encontrar con octubre de 2018, cuando Repsol revisó a fondo su plan estratégico para adecuarlo a los estándares que, según todo parecía indicar, marcarían la recta final de una hoja de ruta que finalmente caducará en menos de un mes. Entonces, la economía mundial crecía sin sobresaltos y cada barril Brent se pagaba a 75 dólares.

Caída del crudo

La compañía que preside Antonio Brufau presentará este jueves al mercado sus objetivos de negocio en un momento de fuerte incertidumbre económica por las secuelas del coronavirus -incluso a pesar de la previsible inminencia de las vacunas- que han llevado al crudo un 36% por debajo de lo que marcaba hace dos años. Y eso sin olvidar que en pleno estallido de la pandemia se pudo ver al petróleo cotizando en precios negativos por primera vez en la historia.

Más allá de aquel sobresalto, que tuvo mucho que ver con un problema de indigestión del sistema de bombeo y almacenamiento del petróleo en EEUU, las perspectivas pintan más amables para el sector a esta orilla del Atlántico. Ya entonces los analistas apuntaban a la mayor diversificación geográfica, de producto y negocio de las petroleras europeas, como Repsol. Aunque en este caso, se suma un factor extra.

Electrificación

En la española, los informes de analistas que en los últimos días han visto la luz son unánimes en un punto: señalar las bondades que ha traído la decidida apuesta que su dirección forjó hace dos años por la electrificación de su balance. En un momento en el que la transición energética era más un programa a largo plazo que la estrategia urgente en la que se ha convertido actualmente, los expertos coinciden en que aquello le supuso un paso y una ventaja de gigante.

Este factor diferencial es, precisamente, uno de los que ha permitido que Repsol siga contando con el respaldo del mercado pese al triste desempeño de su principal materia prima. Así, 19 de los 29 analistas que más de cerca siguen su evolución aconsejan comprar acciones de la compañía frente a solo tres que se decantan por su venta. Un 65,5% frente a un 10,3%.

Respaldo del mercado

Los 9,9 euros en los que establecen su precio objetivo de consenso supone para la energética un potencial alcista del 11,8% frente a su cierre de este martes. Una cancha para la remontada que hace de ella la única de su sector en todo el Ibex 35 en conseguir un potencial de doble dígito frente a su actual cotización, según datos extraídos de Refinitiv.

Al frente de los más optimistas con los planes de futuro que este jueves verán la luz para Repsol, los analistas de Ahorro Corporación, que tienen establecido un precio objetivo de 17,4 euros por acción para una compañía que al cierre de su tercer trimestre fiscal consiguió un resultado neto ajustado de 196 millones de euros. Un ejército de diez casas de análisis e inversión marcan techo para la energética por encima de los 10 euros por título.

El presidente de Repsol, Antonio Brufau, y el consejero delegado, Josu Jon Imaz.

Los franceses de Day by Day se colocan en el lado opuesto, con un precio objetivo de 5,32 euros por acción. Sin embargo, no parece una cuestión de especial ojeriza hacia la compañía española, pues se colocan también como los más pesimistas en su compatriota Total. En este caso, los 19,81 euros por acción a los que apuntan supondrían para la gala un desplome cercano al 50% desde su actual cotización.

En lo que se refiere a las perspectivas de rating de la compañía, las tres grandes agencias de medición de riesgos procedieron a revisar su nota para Repsol entre los meses de marzo y abril, en pleno azote de una pandemia para la que ahora comienza a verse la luz. Una circunstancia que, unida al hecho de que en dos casos (S&P y Fitch Ratings) se fija perspectiva estable, la energética parece mucho más a salvo de volver a probar recortes que otras muchas cotizadas españolas.

Deuda y dividendo

Aquí cabe destacar que, a lo largo de los nueve primeros meses del año, la cotizada ha conseguido reducir en 882 millones de euros su endeudamiento, que ya se queda en 3.338 millones de euros. Una evolución más que positiva si se tiene en cuenta que el objetivo marcado en su hoja de ruta era el de no engordar esta partida. La misma que hace solo dos años, en la última actualización de la ruta financiera de la compañía, alcanzaba una masa de 7.000 millones.

Una evolución positiva que, a la postre, ha permitido mantener entre las prioridades del grupo la distribución de beneficios entre sus accionistas. Así se prevé que siga siendo en las guías que verán la luz este jueves.

Este punto no es baladí en un mercado como el español, con muchas carteras de perfil rentista. Y tampoco lo ha sido para la revalorización del 52% que la compañía acumula en el último mes el hecho de que vaya a acudir de nuevo puntual a su cita con los inversores el próximo 16 de diciembre. Esa es la última fecha en la que hacerse con acciones de la compañía que tendrán derecho a percibir su próximo dividendo flexible.

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