Los mercados financieros han cerrado un 2020 de vértigo. Las previsiones más agoreras apuntaban a la llegada de una recesión a lo largo del ejercicio, pero nunca en la forma de una pandemia que forzase los confinamientos y cierres sectoriales que se han visto por todo el mundo provocando una drástica y profunda contracción de la economía.
Un mazazo que ha tenido un fuerte reflejo en la volatilidad desatada en los mercados. Del pánico del mes de marzo, cuando el entonces conocido como virus de Wuhan traspasó las fronteras de China, a la búsqueda de oportunidades con la vista puesta en la recuperación que ya en la recta final del año prometían las vacunas. Y todo ello regado de un aluvión de estímulos fiscales y monetarios como nunca antes se habían visto en un periodo tan reducido de tiempo.
1) Ibex 35: El índice bursátil español por antonomasia ha cerrado 2020 con una caída del 15,45%. Un porcentaje que hace de este ejercicio el sexto peor de toda la historia del selectivo. En números redondos, este desplome se traduce en la pérdida 70.160 millones de euros de capitalización.
El retroceso del indicador hasta los 8.073,7 puntos lo ha convertido en el más rezagado de Europa, una región en la que algunos indicadores incluso han conseguido arañar ganancias a la recta final del ejercicio. Ese ha sido el caso de DAX alemán, un 3,6% al alza.
2) Nasdaq 100: Si las comparaciones son odiosas, la del anterior con el índice tecnológico de Wall Street lo es aún más. El selectivo se ha beneficiado de que el negocio de sus gigantes no solo ha quedado a salvo durante los compases más duros de la pandemia, sino que incluso se ha visto reforzado.
Una situación que ha llevado al indicador neoyorquino a marcar un máximo histórico tras otro y cerrar en los 12.888 puntos con un avance del 47,5%. Y no ha sido el único, puesto que los tres grandes índices de la Bolsa de Nueva York han marcado en la recta final de este año cierres más altos que nunca antes en su historia: 30.606 puntos para el Dow Jones (+7,3%) y 3.756 puntos para el S&P 500 (+16,3%).
3) Solaria: La renovable española ha sido una de las excepciones al comportamiento bajista del Ibex 35. La novata del índice español ha despedido el año con una subida del 247% que es buen ejemplo de cómo la transición energética se ha acelerado en bolsa.
Mientras que las energías más ‘sucias’ se han visto penalizadas, las más ‘verdes’ han sacado tajada del impulso añadido que se prevé para su desarrollo de ahora en adelante. El podio de las cotizadas españolas más rentables lo copan nombres como Siemens Gamesa, Solarpack y Grenergy.
4) Tesla: Uno de los valores revelación del año ha sido la automovilística fundada por Elon Musk. A pesar de que los cortos han acechado en repetidas ocasiones su vertical ascenso bursátil, su división de acciones -split- se tradujo en más carga para la batería del fabricante de coches eléctricos. Una colosal remontada del 743% en los últimos 12 meses que ha tenido su premio más postrero con la inclusión de la compañía en el índice S&P 500.
5) Wirecard: La euforia por los valores tecnológicos frente a los sectores más cíclicos también ha contado con un capítulo amargo. La fintech alemana Wirecard ha logrado salvar la quiebra después de haber detectado un agujero contable de 1.900 millones de euros que pasó desapercibido a auditores y supervisores.
Sin embargo, la compañía es una sombra de lo que fue y vale ahora un 99,7% menos que al empezar el año. Su hundimiento ha sido tan sonoro que ha provocado incluso una histórica revisión del DAX, el índice de referencia de la Bolsa de Fráncfort.
6) VIX: Sin duda alguna, la volatilidad ha sido la gran protagonista de este ejercicio. Las ventas generalizadas en pleno pico del pánico inversor y el regreso en tropel de posiciones compradoras se ha traducido en un índice VIX que ha visitado máximos históricos en los 78,82 puntos.
El conocido como 'índice del miedo' también ha roto registros en su versión española, el VIBEX, que ha marcado unos insólitos 76,61 puntos al medir la variación de un Ibex que por el camino de este ejercicio ha vivido tanto su peor sesión histórica como su mejor mes.
7) Renminbi: El también conocido como yuan se ha hecho fuerte en los mercados internacionales de divisas. La fuerte recuperación económica de China y la aplicación de estímulos económicos directos sectoriales en lugar de una política monetaria agresiva al estilo de otras grandes economías ha permitido a la moneda asiática ocupar el puesto que llevaba reivindicando desde hace años. En su cambio frente al dólar, el renminbi ha recortado distancias a solo 6,533 unidades.
8) PEPP: Las siglas en inglés del Programa de Compras de Emergencia Pandémica, la herramienta estrella del Banco Central Europeo (BCE) en la lucha contra los efectos económicos más perniciosos de la Covid-19. Después de un traspié dialéctico que en marzo condenó a los mercados a un profundo descalabro, la institución que preside Christine Lagarde lanzó una nueva bazuca que ha alcanzado una envergadura de 1,85 billones de euros después de dos recargas.
Y eso a sumar a sus habituales compras de deuda en el mercado secundario, sus tipos en mínimos históricos, sus subastas de liquidez a la banca y la puerta abierta a una inflación por encima del 2% que la Reserva Federal de EEUU (Fed) ya se ha atrevido a cruzar.
9) Bonos: El efecto más directo de las insólitas y ágiles medidas desplegadas por los bancos centrales se ha visto en el mercado de deuda. A pesar de que el Tesoro Público ha emitido bonos a una velocidad desconocida hasta la fecha, el apoyo de las instituciones monetarias se ha traducido en costes mucho más llevaderos para las arcas públicas, que incluso han probado por primera vez lo que es cobrar por colocar bonos a diez años.
El año termina con tipos de solo el 0,043% para estos papeles, un 90,8% por debajo de lo que marcaban en enero. Los tipos negativos se han resistido para el cierre anual, si bien la prima de riesgo se ha mantenido en los 63 puntos básicos.
10) WTI: La brusca, inesperada y generalizada paralización de la economía mundial ha tenido uno de sus mayores impactos en la cotización del crudo. Con una Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) lenta en reaccionar a este colapso de demanda, el barril West Texas Intermediate (WTI), el de referencia en EEUU, ha llegado a cotizar en negativo por primera vez en su historia.
Fue en abril, cuando sus futuros a vencimiento se intercambiaron a -40,32 dólares. El año ha terminado en los 48,52 por barril.
11) Oro: El preciado metal ha sido para muchos baluarte en este año de incertidumbre, volatilidad y caídas aceleradas sin fondo a la vista. El valor refugio por excelencia se ha hecho valer al punto de generar demanda suficiente como para alcanzar máximos históricos en los 2.089 dólares por onza.
La búsqueda de un depósito de valor ante una economía incierta en un mundo incierto inundado de liquidez en monedas fiduciarias aceleró especialmente la toma de posiciones en piezas físicas. Tanto que, sumada al parón de producción de las principales refinerías por los cierres forzosos de actividades no esenciales, muchos proveedores vieron agotadas sus existencias durante semanas.
12) Bitcoin: La impaciente búsqueda de refugio inversor ha tenido un segundo ganador al que algunos no dudan en llamar ‘oro digital’. El bitcoin ha alcanzado los nunca antes vistos 29.100 dólares a consecuencia de un cúmulo de factores que han acercado la criptomoneda a los grandes inversores institucionales.
A la incursión de muchas carteras en activos alternativos en busca de la rentabilidad que las inversiones tradicionales negaban, al aluvión de liquidez orquestado por los bancos centrales, la creciente regulación de las monedas digitales y decisivos pasos hacia su adopción como método de pago se han traducido en volúmenes y cotizaciones récord para la criatura de Satoshi Nakamoto.