Los bruscos vaivenes de los mercados en el 2020 demuestran que la Covid ha sido un elemento crucial del año financiero. La labor de los analistas para determinar el valor de los activos a largo plazo se ha tornado mucho más compleja. Con la incertidumbre y el miedo producidos por la enfermedad han llegado también, de golpe, la esperanza en la inmunidad, en las vacunas y en la recuperación económica. En ese contexto, el movimiento ha sido el propio de una montaña rusa, con enorme inestabilidad en los mercados.
El rápido ritmo de cambio alentado por la crisis sanitaria también precipitó la adopción de decisiones de inversión cruciales, enfatizó la importancia de los asuntos ASG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) y enriqueció el análisis de los expertos para incluir la inversión responsable, y la titularidad activa.
El comienzo del año estuvo marcado por las enormes pérdidas y dificultades derivadas de los incendios forestales en Australia. El verano trajo una nueva ola de coronavirus y más confinamientos. No sorprende por tanto que las interacciones con los clientes en 2020 incluyeran con frecuencia uno o todos los aspectos de los cada vez más importantes asuntos ASG. Las cuestiones sobre el riesgo social, como el bienestar de las personas, la cadena de suministro y el clima, así como los riesgos de reputación ocupan ahora un lugar primordial en el mundo del inversor.
A su vez, el foco ha pasado de situarse en los propios factores A, S y G y en su aplicación e integración en los modelos de valoración para centrarse en lo que realmente necesitan para impulsar el cambio, es decir, la titularidad activa.
Los Principios de Inversión Responsable (PIR) definen "titularidad activa" como "el uso de los derechos y la posición de titularidad para influir en las actividades o en la conducta de las empresas en las que se invierte". Dicho de otro modo: el uso del compromiso ASG y el voto por delegación.
Con independencia de cómo un inversor elija mantener un activo, la titularidad es un compromiso por descubrir el negocio de una empresa, y conocer las perspectivas de crecimiento de una compañía resulta vital para determinar su viabilidad a largo plazo. Esto ha sido especialmente cierto en 2020, cuando los negocios han tenido que buscar fórmulas para lidiar con crisis multidimensionales, como una pandemia que, de la noche a la mañana, provocó la transición a un mundo virtual y obligó a las personas, las familias, las comunidades, las organizaciones, los países y los mercados a interactuar de una manera distinta a una escala sin precedentes.
Tanto los gestores pasivos como los gestores activos tienen un importante papel que desempeñar para crear todo el valor potencial de una meditada participación activa y de delegación de voto. Si bien los grandes gestores pasivos disponen del tamaño necesario para influir en la votación sobre asuntos generales, su capacidad para interactuar con las empresas en temas más concretos podría verse mermada por el simple hecho de que invierten en demasiadas empresas. Al fin y al cabo, los inversores pasivos suelen comprar todas las compañías del índice de referencia en cuestión.
El foco ha pasado de los factores A, S y G a lo que realmente necesitan para impulsar el cambio, es decir, la titularidad activa
Por lo general, los gestores activos están en mejor posición para examinar los negocios, las operaciones y los equipos directivos. Utilizan toda la información disponible, incluidos datos no financieros (lo que se exige cada vez más), con el fin de determinar los factores que tendrán un impacto sustancial en esas empresas. Si no se conoce un negocio con suficiente profundidad, no se puede establecer la diferencia entre una empresa sostenible y socialmente responsable y otra que no lo es. Tampoco se puede conocer con eficacia cómo aborda el equipo directivo de la empresa los riesgos ASG y cómo saca partido de las oportunidades ASG.
Los inversores activos con profundas capacidades de análisis pueden llevar a cabo el "descubrimiento de la importancia relativa", parecido al "descubrimiento de precios", e interactuar de forma proactiva y continuada con las empresas en las que invierten con el fin de promover el cambio.
Un estudio de la Universidad de Cambridge muestra que "la participación activa en materia ASG genera una rentabilidad anormal ajustada al tamaño del +2,3% durante el siguiente año tras la implicación inicial. Las rentabilidades anormales acumuladas (CAR) son mucho más elevadas en el caso de prácticas satisfactorias de participación activa (+7,1%)". Esta investigación no descubrió ningún tipo de reacción ante prácticas fallidas de participación activa.
Las organizaciones de inversión que gestionan con un enfoque sostenible a través de la integración de los factores ASG, el voto delegado y la participación activa presentan más probabilidades de crear valor sostenible a largo plazo. Además, estos atributos de titularidad activa ayudan a mejorar su capacidad para lograr los objetivos de los clientes y satisfacer sus responsabilidades fiduciarias. Todavía no estamos convencidos de que sea posible lograr los mismos resultados a través de la oferta de productos con componentes o filtros ASG, tal vez cumple las expectativas a corto plazo, pero los verdaderos gestores responsables a largo plazo deben ir más lejos.
En nuestra experiencia, los inversores desean conocer qué mejoras a largo plazo ha logrado una empresa en los ámbitos ASG pertinentes. Si bien entendemos por qué la transparencia y el cálculo son importantes, debemos evitar una excesiva dependencia de herramientas de medición reducidas o categóricas, de las cuales no puede esperarse que capturen el matiz y el rango de los riesgos ASG que afrontan las compañías y de las oportunidades que tienen a su disposición.
La confusión que existe en el mercado en relación con la valoración ASG de las compañías se ilustra claramente a continuación. Las agencias de calificación más grandes del mundo (FTSE y MSCI) están prácticamente desconectadas en lo que respecta a la importancia relativa de los asuntos ASG. Esto nos brinda una oportunidad para mostrar a los clientes cómo los criterios que nosotros mismos hemos desarrollado pueden impulsar la rentabilidad a largo plazo.
La armonización con los objetivos de los clientes se sitúa en el centro de la titularidad activa, de modo que una parte esencial de la conversación ASG consiste en comprender si su gestor de inversiones respeta sus opiniones y cómo se integra la sostenibilidad en el proceso de inversión.
La titularidad activa se convertirá en una necesidad y en la norma para todos los gestores, tanto activos como pasivos. Es posible que los titulares pasivos, y no los gestores pasivos, se vean penalizados si no utilizan su poder de voto para alentar prácticas más sostenibles en las compañías.
En un momento en el que afrontamos una presión y complejidad sin precedentes, solo sobrevivirán los gestores que se ajusten a las necesidades a largo plazo de sus clientes y apoyen la transición hacia una sociedad más sostenible: la misma filosofía que nutre nuestras convicciones de gestión activa.
*** Carlos Aparicio es director general para España y Portugal de MFS Investment Management.