La bolsa española se prepara para recibir una tromba de estrenos en los próximos meses. Tan caudalosa que se espera que sea de “récord”. No obstante, los pequeños inversores tendrán que conformarse con ver pasar de largo este aluvión, ya que todo apunta a que se quedarán fuera de estas colocaciones. Si quieren comprar acciones de las nuevas cotizadas tendrán que esperar al mercado secundario.
De momento, las empresas que han confirmado formalmente su intención de saltar al parqué han confirmado este escenario. Ni Ecoener ni Opdenergy han señalado un tramo minorista para su colocación inicial, sino que ya han adelantado que focalizarán su distribución inicial de acciones entre inversores profesionales e institucionales. Y en el mercado se espera que los anuncios de estreno que estén por venir seguirán el mismo guion.
Los motivos que justifican este plantón al pequeño inversor son varios. Un directivo de un banco de inversión implicado en varios de estos procesos previos al debut bursátil lo resume en que “las exigencias por parte del supervisor son más someras y los procedimientos se agilizan mucho más”. Algo que la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha defendido como una palanca para ganar agilidad en sintonía con las prácticas habituales en otros mercados europeos.
Sin protagonismo desde Aena
En este sentido, la institución supervisora exige una concreción de detalles -y sobre todo de mención de riesgos- más liviana debido a los mayores conocimientos financieros que se les presuponen a estos inversores profesionales e institucionales. Ya sea por méritos propios o por el asesoramiento con que suelen contar a la hora de acudir a operaciones como una oferta pública inicial de suscripción (OPS) o venta (OPV) de acciones.
Si en los años 90 del siglo pasado el protagonismo de los pequeños inversores fue clave en la eclosión del mercado bursátil español, especialmente en la privatización vía bolsa de los antiguos monopolios y empresas públicas estatales, en la última década su protagonismo ha ido a menos. Tanto que en las últimas dos décadas el único estreno bursátil con una parte relevante del capital reservada a minoristas ha sido precisamente Aena, otra compañía pública privatizada.
Además de la agilidad burocrática, un bróker internacional con filial en España apunta también a la mayor facilidad de los bancos colocadores para acceder a estos inversores profesionales, que con frecuencia se encuentran entre sus propios clientes. “Incluso entre los gestores de inversión colectiva de la propia casa”, incide uno de sus jefes de mesa. El contacto es mucho más sencillo y requiere un esfuerzo mucho menor en comunicación y difusión, los conocidos roadshows.
Por si todo ello fuera poco, estas herramientas además verían limitado su impacto actualmente por las medidas de distanciamiento social vinculadas con la pandemia sanitaria. Las restricciones de aforo y movilidad requerirían muchos más pases y en muchas más ubicaciones que hace poco más de un año. Y, previsiblemente, con un alcance inferior pese a todo.
La hoja de ruta de Soltec
De todos modos, como ya se ha señalado, no se trata solo de una cuestión sobrevenida. Cuando la también renovable Soltec debutó en octubre de 2019 y puso fin a dos años de sequía absoluta en el Mercado Continuo español, solo abrió la mano a un ínfimo tramo minorista reservado exclusivamente a empleados y allegados a la compañía seleccionados por sus entidades colocadoras.
Es el mismo guion que ya ha adelantado Opdenergy, que quiere celebrar su puesta de largo como cotizada el mes que viene. Domingo García Coto, director del Servicio de Estudios de BME, la sociedad rectora de las bolsas españolas, reconoce que en la mayoría de ocasiones “el problema está en que se evitan los tramos minoristas por las implicaciones que puedan venir” y no solo por cuestiones de trámite asociadas a la propia operación.
El precedente de los 'bankeros'
Aunque evita nombrarla, el experto parece apuntar al mal precedente que en 2011 sentó Bankia. La entidad heredera de Caja Madrid y otras seis entidades de ahorro, recientemente absorbida por CaixaBank, fue protagonista de una insistente campaña que animaba a los minoristas a participar en su debut y convertirse en ‘bankeros’.
Desde aquel toque de campana protagonizado por Rodrigo Rato, ningún gran debut ha contemplado el tramo minorista en su colocación inicial como un pilar clave del mismo. Y es que el posterior declive, rescate financiero, hundimiento de precios de la acción y múltiples procedimientos judiciales ya son parte de la historia financiera del país y del imaginario colectivo de muchos.
Diez años después del inicio de aquello, la sequía de estrenos de los últimos ejercicios -con fiascos de por medio como el de Balboa Ventures- parece que comienza a dar paso a un aluvión. Así lo ha asegurado una autoridad con tanto conocimiento de la materia en cuestión como el mismo presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Rodrigo Buenaventura.
No obstante, desde todos los ángulos se apunta a que los pequeños inversores apenas recibirán algún salpicón anecdótico en el proceso. Y eso sin contar con la posible eclosión de las empresas de adquisición de propósito especial (SPAC, por sus siglas en inglés), en las que el peso de los inversores minoristas es nulo o testimonial. Incluso aunque su número se ha multiplicado con fuerza durante esta pandemia, tal y como reflejan los datos de nuevas altas y negociación acumulada de multitud de brókeres en los últimos meses.
Dueños de un 16%
En opinión de García Coto, este escenario movido por las circunstancias económicas actuales es muy distinto del que se daba en los 90, “cuando la bolsa se convirtió en todo un fenómeno social”. Ahora, el peso de los hogares españoles en la propiedad de las acciones de las cotizadas nacionales se reduce al 16,1% según los últimos datos que maneja la sociedad rectora del parqué. Entonces, en 1998, alcanzaba el 35,1%.
Si bien es cierto que en estas décadas se ha constatado una creciente importancia de las participaciones cruzadas entre empresas y del peso de los inversores internacionales, fundamentalmente institucionales y profesionales, el director del Servicio de Estudios de BME “se ha percibido una bajada de particulares que debería haber sido menor”. Y lo dice en función de la evolución de estos números en otras plazas europeas y también en EEUU e incluso en China. Y mientras los volúmenes negociados fuera del mercado oficial en el que los inversores más modestos concentran su operativa no han hecho más que crecer.
En su opinión, las empresas debutantes que por ganar agilidad están renunciando al tramo minorista también “están perdiendo la oportunidad de promover una mayor variedad de participantes en su accionariado”. Algo que asimismo erosiona el potencial en este ámbito de las reformas convergentes hacia la Unión de los Mercados de Capitales (CMU, por sus siglas inglesas) y otras como la reciente incorporación de las acciones de lealtad en el ordenamiento español.
Aunque todavía queda mucho por ver en el prometido aluvión de estrenos, lo que ya se va conociendo indica que los pequeños inversores tendrán que esperar al mercado secundario -aunque fuera el mismo día del debut- para empaparse de este golpe de timón en el mercado español. Una circunstancia que, además, los privará de la oportunidad de beneficiarse del descuento con que se suelen cerrar las colocaciones iniciales de títulos previas a su debut bursátil.
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