La inflación es un tsunami que ya ha llegado
La espectacular tendencia alcista del precio de las materias primas está siendo una de las temáticas del año, y sorprendentemente, de las que menos atención se le está prestando. Desde el precio de los materiales más comunes, pasando por los elementos de tierras raras, al precio de las materias agrícolas. Estamos sumergidos en una espiral inflacionista posiblemente sin precedentes.
La inflación de los precios de los productos básicos empieza a generar estragos en la producción industrial. El sector del automóvil ha reconocido que el problema de la escasez de semiconductores ha trascendido de meros parones en los centros de fabricación a un muy serio problema que amenaza la economía en su conjunto. No en vano el Bundesbank alertó esta misma semana que los cuellos de botella en el suministro de chips en la industria alemana probablemente empeorarán en el segundo trimestre y conducirán a una recuperación general más débil en su economía.
En México existe una muy seria preocupación por el disparado precio del maíz, en lo que llevamos de año sube más de un 52,3%, que se ha acabado trasladando al precio de las tortillas, el elemento base clave de la dieta de los mexicanos. El precio del kilo de la tortilla ha superado los 20 pesos en un país en el que el sueldo mínimo ronda los 140 pesos diarios. La última vez que el precio del maíz se disparó por encima del 50% fue en 2007, provocó revueltas sociales que amenazaron con derrocar el gobierno de Felipe Calderón. China se enfrenta a un muy serio problema de abastecimiento en medio de una espiral de inflación en los precios de los alimentos.
La inflación de los precios de los productos básicos empieza a generar estragos en la producción industrial.
La primavera árabe surgió como una serie de manifestaciones populares en el norte de África entre los años 2010 y 2012, asociadas al descontento social por la falta de democracia y la defensa de los derechos sociales. Siendo cierto esto, el hecho es que prestigiosos estudios determinan que la verdadera causa de todo estuvo en la presión ejercida por el pueblo ante la imparable subida del precio de los alimentos, que en los años precedentes causó cuatro grandes crisis alimenticias.
La demanda de vivienda en EEUU ha vuelto a sumergirse en una burbuja derivada de la gran demanda y del cambio de hábitos por el éxodo de muchos norteamericanos desde las cosmopolitas grandes ciudades a entornos más abiertos y tranquilos. La consecuencia es que la madera, el elemento base de construcción de la vivienda, se ha convertido en un bien escaso y por tanto su precio sufre las consecuencias. El precio del futuro de la madera se ha duplicado en lo que llevamos de año generando una inflación sin precedentes.
El precio del crudo es uno de los elementos más gravosos y dañinos para el presupuesto de los ciudadanos. Su baja elasticidad de consumo provoca que, en muy poco espacio de tiempo, pueda absorber un rally en sus precios. Lógicamente a costa de otros bienes de consumo. La existencia de un cártel detrás que manipula los precios y controla la producción, permite que el precio en menos de un año pueda pasar la depresión a cotizar por encima de niveles previos de la pandemia sin ningún tipo de esfuerzo. Goldman Sachs habla de precios medios de entre 70 y 80 $/b, a medio plazo con un efecto inmediato en los precios de los combustibles, que a su vez, ya se están trasladando al consumidor final. El Baltic Dry Index, un índice que mide el coste de los fletes marítimos, se ubica en su nivel más alto desde 2009 después de que en lo que llevamos de año haya subido un espectacular +123,5% (línea amarilla del gráfico).
Si el coste de la alimentación, del transporte, de la vivienda sube, y además, se ve acompañado de una subida histórica en el precio de prácticamente todos los materiales básicos de producción, es fácil inferir que los índices de precios de consumo acabarán inevitablemente por reflejar esa situación, moviéndose al alza. Y ya es un hecho.
Tras la situación deflacionaria del otoño de 2020, el índice armonizado de la zona euro ha pasado de -0,3% interanual a un +1,6% en apenas cinco meses. La inflación correlaciona muy bien con el índice de confianza consumidora. Tratándose de un indicador adelantado de la evolución de los precios, lo que el incremento de la confianza nos está diciendo es que la inflación en los próximos meses va a seguir imparable hasta el objetivo del 2% del BCE.
Los estímulos siguen estando presentes en todas las economías y políticamente tienen difícil su retirada sin generar descontento en los mercados.
En EEUU, ese problema es ya una realidad pues la inflación se ha situado por encima del 2,5% colocando en una muy incómoda posición a la Fed por el hecho de que no va a ir a mejor. El problema es tan evidente que ya no hay más excusas para un inminente tapering y una subida de tipos de interés, que el mercado anticipa para finales de este año. Muy tarde en mi opinión.
Se avecina un gravísimo problema por tanto. Los estímulos siguen estando presentes en todas las economías y políticamente tienen difícil su retirada sin generar descontento en los mercados. Pensemos que en Europa todavía ni se han empezado a repartir las cifras de fondos aprobadas el año pasado. Y mientras, la inflación es ya un tsunami en toda regla que amenaza con arrasarlo todo.