Ya sabemos que la Fed es la institución que posiblemente más influencia tenga sobre los mercados. La reunión de la semana pasada estaba marcada en rojo en el calendario como clave, después de los mares de tinta originados sobre la inflación y la amenaza de que un descontrol de la misma supondría para los mercados.
De su mensaje, una cosa parece clara. La Fed, al igual que el resto de bancos centrales y el propio Tesoro americano, también reconoce que hay inflación, que es elevada y que le va a llevar próximamente a modificar sus tipos de interés. No incidió en la transitoriedad como tampoco ve un riesgo excesivo en dejar flotarla.
Su narrativa fue más dulce de lo esperado, tengo que reconocer. Posiblemente porque el tren de mercancías que es la inflación, llegó a la estación con menos vagones de los esperados. Solo el petróleo mantuvo el impulso respecto a lo que hasta hace más bien poco parecía una avalancha descontrolada de precios en las materias primas.
Tendremos un debate continuado sobre si la inflación es o no el elemento central de riesgo en la economía
Eso no significa ni mucho menos que desde aquí veamos el efecto contrario. Pero sí es cierto que ahora mismo el efecto en cadena de cuellos de botella, reactivación de demanda y vuelta del consumo, permite que los precios agrícolas, las materias industriales y otros menos llamativos pero importantes, como la madera, no acumulen más calentón.
La Fed sabe que la inflación es un factor muy difícil de controlar. Por eso se esfuerza en que su mensaje, pese a unos pocos outsiders del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), esté centrado en que ante todo hay que ver esta parte del ciclo en forma de reactivación económica y de mejora del empleo. En ese contexto, un poco de alta inflación es tolerable.
De hecho, viene hasta muy bien. Si realmente pensáramos que la inflación se va a controlar, para un país con más de 28 billones de dólares de deuda es una manera de reducir su carga nominal.
Pero esto no es tan fácil. De hecho, no es un factor que se pueda manejar desde una consola para atenuar un eventual impacto negativo. Si lo fuera, Japón no estaría hoy en el agujero donde se encuentra, y que por cierto, volvió a poner de manifiesto el viernes Kuroda, gobernador del banco central del país.
Pero hay algo que no encaja, que preocupa a los inversores, y que se ha podido apreciar en las dos sesiones posteriores a la reunión del miércoles.
De entrada, existiendo unanimidad en que vamos a atravesar un período de mayor inflación que cada uno interpreta a su conveniencia, parece que la reacción del treasury no es la lógica. Previo al comunicado de la Fed, el bono a 10 años norteamericano se situó en su nivel más bajo en casi cinco meses y es contrario al efecto lógico de anticipar tipos largos más elevados. Recordemos que el tramo largo de la curva descuenta expectativas de inflación y de crecimiento y que los cortos muestran el nivel de tipos oficial, y que ambos dos se encuentran manipulados.
Desde mediados de mayo se observa un aplanamiento en la curva cuando lo normal sería un movimiento contrario
Lo extraño es que desde mediados de mayo se observa un aplanamiento en la curva cuando lo normal sería un movimiento contrario. Los bancos tampoco han sido un buen indicador y se han situado como uno de los peores sectores desde hace un mes. La explicación de que hay una recogida de beneficios no parece muy plausible.
¿Y desde aquí qué? Todo parece indicar que Jackson Hole marcará el siguiente hito para la Fed, momento en el cual seguramente anuncie un tapering o retirada de estímulos. Hasta entonces el ritmo de compra de activos se mantendrá en torno a los 80.000 millones de dólares mensuales, motivo que quizás explique el aplanamiento de la curva. Los riesgos se atenúan, pero la Fed no afloja. Incomprensible.
Así pues, hasta ese momento de finales de agosto lo que tendremos será un debate continuado sobre si la inflación es o no el elemento central de riesgo en la economía, a la vez que los datos nos dicen una cosa contraria al movimiento de la Fed, que ya sabemos que no actuará hasta como pronto 2023.
Mientras, seguiremos dibujando escenarios posibles y la acalorada discusión del fin de ciclo se mantendrá viva, alentando a que nuevas teorías del caos surjan sabiendo que este año todo está descontrolado justo cuando la macro mejor pinta tiene. Esto, queridos lectores, es la dificultad del mercado y de invertir.
***Alberto Roldán es socio de Divacons-Alphavalue