El neobróker Robinhood ha sido condenado al pago de una multa de 70 millones de dólares por la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera de EEUU (FINRA, por sus siglas en inglés). Una sanción con la que responde a los perjuicios causados por la limitación de operaciones impuesta a sus usuarios en varias cotizadas al calor del conocido como 'caso GameStop'.
La sanción se compone de una multa de 57 millones de dólares (48 millones de euros) y una restitución de 12,6 millones de dólares (10,6 millones de euros), más intereses, a los cientos de miles de clientes afectados.
Se trata de la sanción más elevada acordada por el regulador estadounidense y refleja "la amplitud y la seriedad de las violaciones", ha asegurado Finra. Para determinar la sanción, el organismo ha tenido en cuenta el número de clientes que recibió información falsa o errónea de la firma, los millones afectados por las caídas de sistema y los cientos de miles de clientes que pudieron comerciar con opciones incluso cuando no era apropiado para ellos.
"Esta acción manda un mensaje claro: todas las firmas que forman parte de Finra, independientemente de su tamaño o modelo de negocio, deben cumplir con las reglas que gobiernan la industria de corretaje, que son reglas diseñadas para proteger a los inversores y la integridad de los mercados", ha afirmado la vicepresidenta ejecutiva y máxima responsable del departamento de Cumplimiento de Finra, Jessica Hopper.
Los fallos de información provocaron que muchos clientes pudieran realizar órdenes de compra de valores con apalancamiento pese a que no cumplían las condiciones para ello o no lo habían autorizado. También hubo errores de comunicación sobre el nivel de efectivo en cuenta, sobre el poder de compra de los clientes o sobre el riesgo de pérdidas que se afrontaba en ciertas transacciones de opciones.
Dejación de funciones
Finra ha criticado que Robinhood no cumpliera con las diligencias debidas (due diligence) a la hora de aprobar las peticiones de los clientes para operar con opciones. Según el regulador, la empresa relegó la decisión de aprobación a algoritmos con una supervisión "limitada" por parte de los empleados.
De esta forma, se aprobó que cientos de miles de clientes operaran con opciones pese a no cumplir los criterios de elegibilidad marcados por la propia Robinhood o cuyas cuentas registraban "banderas rojas" sobre la idoneidad de ese tipo de operaciones para ellos.
Además, el supervisor concluye que, entre 2018 y principios de 2021, Robinhood no supervisó "razonablemente" la tecnología en la que confiaba sus servicios de corretaje. Debido a ello, en ese periodo el sistema se cayó en varias ocasiones, impidiendo a los clientes acceder a sus cuentas u operar "durante un momento de volatilidad histórica" del mercado (al principio de la pandemia).