La noche del miércoles se desbloqueó la última acta de la reunión de la Fed de julio. Y con sorpresas nada agradables para los mercados. Estos documentos revelaron que la mayoría de los miembros de la Reserva Federal se decantan por comenzar a desacelerar el ritmo de las compras de bonos a finales de este mismo año.
Su argumento es que se ha avanzado lo suficiente hacia su meta de inflación, mientras se habían logrado avances hacia su objetivo de empleo. Es decir, la economía está alcanzando niveles prepandemia y ha alcanzado un nivel de crecimiento suficiente para frenar los estímulos monetarios.
Actualmente, la Fed compra 80.000 millones de dólares mensuales en bonos del Tesoro y otros 40.000 millones de dólares en activos respaldados por hipotecas. Cualquier reducción de ellas, provocaría –como hemos visto las últimas horas sólo con la insinuación- un aumento de rentabilidades en la renta fija, una caída de precios en la renta variable y un fortalecimiento del dólar.
En cualquier caso, no significa que en la próxima reunión la Reserva Federal vaya a cambiar su política monetaria, como mucho se mostrarán más partidarios de establecer un calendario. Tampoco está claro si la reducción sería de unos activos o de todos, o de unos primero y otros después.
Literalmente el comunicado decía: "La mayoría de los participantes señalaron que, siempre que la economía evolucionara en líneas generales como preveían, consideraban que podría ser apropiado empezar a reducir el ritmo de las compras de activos este año".
No es tan sorpresivo
Esto abre una puerta a que, si se enfrían los datos económicos todo esto quede en papel mojado. Por ejemplo, si el aumento de muertes provocadas por la Covid-19 (más de 1.000 al día es el último dato) provoca nuevas restricciones. Pero como el nivel de euforia en los mercados era tan grande, y estamos en la parte de agosto históricamente más volátil, los efectos se han magnificado.
Tras la reunión de la Fed del pasado 27 y 28 de julio, los mercados continuaron con su tendencia alcista en las bolsas y bajista en las rentabilidades de la renta fija, hasta el punto que durante la primera quincena de agosto vimos nuevos máximos históricos de Wall Street, así como mínimos en los tipos de interés de determinadas hipotecas a tipo fijo en los Estados Unidos.
Sin embargo, desde hace ya años, y en un ejercicio de trasparencia, la Fed decidió publicar las actas de esas reuniones tres semanas después. De esta manera, el calendario de las reuniones del Comité de política monetaria (FOMC en inglés) y el día en que se hacen públicas sus deliberaciones, están disponibles en la web de la Reserva Federal desde hace meses.
Jackson Hole
Unas actas que han marcado una senda continuista respecto de las actas de junio y de la opinión de la mayoría de los gobernadores de la Fed. Por ejemplo, en una fecha tan cercana como el 10 de agosto el presidente de la Reserva Federal de Richmond, Thomas Barkin, se mostró de acuerdo en que su país está avanzando hacia el nivel de progreso del mercado laboral que la Fed ha dicho que quiere antes de reducir las compras mensuales.
Es decir, pistas había, pero el nivel de euforia es tal que, como suele pasar, se obvian las “malas” noticias y sólo se tienen en cuenta las nuevas. No obstante, hasta que no se concrete nada en la próxima reunión de la Fed en septiembre, todo esto puede quedar como una típica tormenta de verano.
Eso sí, aumenta la expectación de lo que pueda decir Jerome Powell, y otros invitados, en la cita de Jackson Hole del próximo 26 al 28 de agosto, y en la que seguro se hablará de política monetaria.