@ebolinches
Todas las crecientes divergencias que emanaron del colapso de la deuda en el año 2008 se están viendo enormemente amplificadas por la pandemia y el continuo rescate monetario que se está realizando. Tanto, que ahora podemos presumir de tener una economía completamente virtualizada con una prosperidad que también es virtual y está a la altura de las circustancias.
Irónicamente, por virtualizarse se ha virtualizado hasta la reunión de Jackson Hole debido a la variante delta. Una variante que hasta la misma Fed predijo que no tendría ningún efecto en la economía, pero han acabado participando de manera virtual. Eso sí, lo que no ha cambiado es la perspectiva económica, ya que siguen confiando solo en datos que tengan al menos tres meses de antigüedad.
Es curioso que Jackson Hole, enclavado en el estado de Wyoming es el enclave más rico de los Estados Unidos. El único lugar más irónico para discutir de la desigualdad es Davos en Suiza, sede del Foro Económico Mundial que se celebra anualmente con las personas más poderosas, ricas y famosas.
El efecto riqueza es una teoría económica del comportamiento que sugiere que las personas gastan más a medida que aumenta el valor de sus activos. La idea es que los consumidores se sientan más seguros financieramente y confiados en su riqueza cuando sus casas o carteras de inversión aumentan de valor. Están hechos para sentirse más rico, incluso si sus ingresos y costos fijos son los mismos que antes.
Y ahora con un enorme acantilado fiscal en las ayudas por desempleo que se avecina en poco más de una semana, estos asistentes virtuales a Jackson Hole están discutiendo cómo pueden resolver el problema de efecto riqueza falsa que ellos mismos han creado.
En otras palabras, tienen que planificar un calendario de reducción de ayudas económicas justo en el momento que ha quedado patente que ya incluso tienen un efecto negativo en el sentimiento del consumidor que se ha desplomado a niveles de 2012.
Resumiendo, que la virtualización de la prosperidad no es tan buena como parece y ahora solo queda por ver cómo reaccionará el mercado de valores al cambio de las reglas del juego. De momento, el gap entre el S&P 500 y los valores que le siguen marcando nuevos máximos continúa abriéndose tal y como podemos apreciar en el siguiente gráfico comparativo.